Cartagenidad: ¿Comodona o virtuosista?

 1.   Introducción

Cartagena de Indias, ciudad emblemática de Colombia, celebra por un lado su título de "Heroica" por su pasado independentista, pero por otro lado encarna una paradoja latinoamericana: la coexistencia de opulencia y marginalidad, y en su búsqueda de soluciones se embocó en comprender su identidad y situación socioeconómica.
 
Si bien existen múltiples estudios y diagnósticos socioeconómicos que han documentado exhaustivamente las desigualdades estructurales, herencia colonial, segregación racial, corrupción política, marginación y fracaso de modelos económicos, siento que el análisis y comprensión del sustrato actitudinal, reconocido por su impacto significativo en la perpetuación de estas condiciones, se ha quedado por decir lo menos, corto. 

La estructura actitudinal cartagenera, clave para aprehender su identidad, íntimamente ligada con la mentalidad urbana, entendida como el conjunto de actitudes y patrones de pensamiento que surgen de la vida en la ciudad, es esencial para garantizar eficiencia, efectividad y sostenibilidad de los programas de transformación urbana.

Intrigantemente, encontré algunas muestras de esta 'actitud cartagenera' en la tradicional Tertulia Cartagenera. Espacio nutrido de experiencias y aprendizajes adquiridos y donde muchos cartageneros, inmersos en una cultura de la 'sabrosura', podemos negociar nuestra identidad. También, conversamos sobre la situación sociopolítica y económica de la ciudad, pero sin profundizar o desentrañar las múltiples capas que conforman su esencia.

Paradójicamente, a veces se reducen a quejumbre, pero son actos performativos que construyen realidad.

Al participar en muchas estas tertulias sentí que se podrían extraer nociones de lo que conforma la estructura actitudinal integrada en la identidad cartagenera: La Cartagenidad, que no es estática sino un "tejido de voces" (indígenas, afrodescendientes, coloniales) donde discursos como "Heroica", "Fantástica" o "Desigual" pugnan por imponerse.

En ella se integran decisiones y actuaciones históricas que se considerarían "actos de habla colectivos" y que han moldeado esa identidad. Según Bajtín, el diálogo no solo comunica, sino que construye realidad, que en el caso cartagenero se ha construido a través de la historia, las circunstancias y las decisiones de sus habitantes, para luego ser trasmitidas en la memoria colectiva de múltiples formas, siendo una de ellas la Tertulia Cartagenera.

Y es que la realidad provoca actitudes, y a través de las actuaciones ambas se reafirman o transforman mutuamente. En las tertulias se pueden extraer o ver reflejadas actitudes en los enunciados que se generan, pudiéndose considerar "respuestas dialógicas" a contextos históricos y socioeconómicos, reflejando una intertextualidad: se repiten porque resuenan en la comunidad. Entonces al analizar estas conversaciones cotidianas se podrían identificar "enunciados clave" que podrían revelar supuestos compartidos: Para el caso del cartagenero, ¿sería una mezcla de orgullo, conformismo y resistencia?

Considerando lo aquí expuesto, que ningún plan de desarrollo, por bien diseñado que esté, no será viable o sostenible si ignora la mentalidad urbana, enfoqué este ensayo en mostrar el papel del lenguaje, como fuente importante de donde se podría desentrañar la estructura actitudinal del cartagenero.

Las actitudes, moldeadas por siglos de historia y reforzadas en diálogos cotidianos, operan como un algoritmo invisible que determina cómo la ciudad responde a los desafíos. Por ejemplo:

El conformismo: (Aquí no cambia ná) naturaliza la desigualdad.
La nostalgia del pasado: (Cartagena fue grande y capital industrial de Colombia) paraliza la innovación.
La resistencia a lo público: (Aquí vienen es a robá) debilita la acción colectiva. 

Este ensayo, desde una metodología empírica y vivencial, explora cómo la transformación de Cartagena requiere no solo políticas y programas públicos, sino una revolución actitudinal, especialmente en la niñez, donde se instalan los patrones mentales. Su enfoque no niega los estudios estructurales existentes, sino que los complementa al revelar cómo la mentalidad y sus actitudes son tanto causa como consecuencia de la crisis cartagenera. La apuesta es clara: sin cambiar la "mentalidad", incluso las intervenciones mejor intencionadas seguirán chocando con un muro de inercia colectiva.

En última instancia, este ensayo busca generar reflexión sobre cómo, al fomentar una actitud más virtuosa y proactiva, los cartageneros podemos construir una realidad más positiva y próspera. Sintetizará el concepto de Cartagenidad y explorará el papel que las circunstancias, la verdad y las actitudes tienen en la construcción de realidad, y en sus capítulos finales indagará cómo en el lenguaje se puede reflejar la estructura actitudinal del cartagenero, y por qué la niñez debe ser el foco de todo esfuerzo que se quiera realizar para alcanzar un futuro virtuosista.

Debo advertir que la metodología combina la observación directa y la experiencia personal con el análisis, en lugar de depender exclusivamente de una investigación académica formal. Presenta el riesgo de considerarse muy subjetiva en sus conclusiones.  Su enfoque específico en la estructura actitudinal cartagenera y en el diálogo interno de sus ciudadanos, intenta describir una perspectiva micro que complementa los análisis más amplios de la identidad cartagenera. 
 
2.   Virtuosista o comodona 

En el aparte anterior se habló de un futuro virtuosista, lo que hace necesario explicar este concepto, el cual hace parte de un intento por facilitar la comprensión de la esencia identitaria de una ciudad, precisando que es mucho más compleja.

Entonces se presenta una simplificación en la clasificación de la mentalidad urbana, a través de una dicotomía entre una faceta Virtuosista (proactiva, orientada al progreso) y otra Comodona (conformista, anclada en el pasado). La identidad se ubicaría entre estas dos facetas extremos, y el objetivo es destacar, retóricamente, el camino deseado hacia un futuro mejor, siendo la virtuosista la ideal.

Virtuosista, es la faceta optima que personifica la imagen de una ciudad vibrante, dinámica y creativa, que busca constantemente, entre otras virtudes: libertad, progreso, riqueza, bienestar, y justicia social para todos sus habitantes, siempre acompañando todo esfuerzo con excelencia y constante innovación. En el caso de Cartagena, resaltando su riqueza cultural, histórica y arquitectónica y su capacidad para destacarse en diferentes ámbitos: el arte, el comercio, el turismo y otras industrias.

Comodona es la faceta indeseable y haría referencia a una ciudad con la tendencia a descansar en sus laureles, a conformarse con un pasado glorioso y a no aspirar a mayores logros. Asimismo, a una posible resistencia al cambio, a la falta de ambición o a la aceptación pasiva de las circunstancias.

Faceta Virtuosista

Faceta Comodona

Progreso, innovación, justicia social

Conformismo, nostalgia del pasado

Aprovecha su riqueza cultural

Descansa en "la Heroica"

Ejemplo: Industria creativa, turismo sostenible

Ejemplo: Inercia ante la corrupción


¿Dónde se ubicaría Cartagena de Indias hoy?

Cartagena es una importante ciudad portuaria con una economía en crecimiento, particularmente en los sectores de petroquímica, plásticos, turismo y logística. Se erige como un centro industrial significativo que atrae inversión, ocupando un lugar destacado en América Latina por su inversión industrial. Sin embargo, este crecimiento económico no parece beneficiar de manera equitativa a todos los segmentos de la población, generando disparidades en el nivel y calidad de vida, la educación y el acceso a la salud de muchos cartageneros.
 
Empero, nos caracterizamos por una familiaridad con la "sabrosura" y una habilidad para la "conversa". Sin embargo, aunque se evidencia preocupaciones sobre temas como la corrupción, la desigualdad y la seguridad, a menudo las tertulias se disuelven en "quejumbre" en lugar de motivar acciones efectivas para la mejora de la ciudad. Dinámica que parece resonar con algunas de las actitudes sociales negativas reportadas por visitantes y residentes, lo que podría reflejar una sensación de frustración o impotencia ante los problemas sistémicos.

Una muy pronunciada tendencia a la "quejumbre", dificulta el desarrollo de un "saludable debate" y "acciones efectivas" que podrían conducir a un cambio positivo. Esta característica acercaría la identidad de la ciudad a la faceta Comodona, reflejando una falta de confianza en las instituciones, una sensación de impotencia individual ante problemas sistémicos o una norma cultural de expresar insatisfacción sin necesariamente esperar o buscar soluciones concretas.

La desconexión podría radicar en el impacto o la escala percibida de estas iniciativas para abordar los profundos problemas de la ciudad, o quizás refleja una visión más pesimista.  Mi sentir es que se hace necesario profundizar y concretar estos aspectos actitudinales y sus soluciones dentro de La Cartagenidad.
 
3.   Cartagenidad

La Cartagenidad, es más que un gentilicio es una concepción compleja y multifacética que intenta capturar la esencia e identidad única de Cartagena de Indias. Construcción social y cultural que engloba la historia, las tradiciones, los valores, las expresiones artísticas y la forma de vida de los cartageneros y entre sus enfoques señala el de dirigir la ciudad a alcanzar un sano y eficiente equilibrio de los efectos de la ciudad en sus ciudadanos y viceversa.

Al encarnar la esencia de Cartagena, nos muestra un camino hacia la transformación personal y colectiva, donde los ciudadanos pueden desarrollar una comprensión más profunda de su identidad, su historia y su lugar en el mundo. Esta comprensión puede empoderarlos para superar los desafíos y construir una realidad más inclusiva, equitativa y sostenible.

Revisando lo documentado me topé con la Revista Palobra, de la Universidad de Cartagena, que en su publicación Núm. 5 del 2004 público el ensayo: La Cartagenidad: Un Sentimiento Colectivo De Ciudad, Una Propuesta Para El Fortalecimiento De Lo Público Y La Reconstrucción Social De Cartagena De Indias. Ahí se presentó una propuesta para fortalecer lo público y reconstruir socialmente a Cartagena de Indias, donde a pesar de un genuino deseo de cambio por parte de la ciudadanía, confirmó la profunda fragmentación social, los altos niveles de desempleo y contaminación y una administración pública ineficiente.

En resumen, la propuesta se centró en dos aspectos cruciales:

El fortalecimiento de lo público: Busca redefinir el concepto de lo público y fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones. Se propone crear instancias de participación y garantizar la transparencia en la gestión  pública.

Reconstruir socialmente a Cartagena: Combatir las desigualdades, fomentar la confianza pública y desarrollar una ciudadanía comprometida con la participación y el respeto por lo público. Esto implica mejorar las condiciones de vida, promover la economía local y proteger el medio ambiente.

Fundamentó la propuesta en principios de legitimidad, confianza pública, eficiencia y efectividad. Con líneas básicas de gestión en áreas como la construcción institucional, la sostenibilidad financiera, la protección del medio ambiente, la estructura administrativa y la planificación del desarrollo.

En síntesis, el documento propone una visión integral para transformar Cartagena, basada en la participación ciudadana, la transparencia y la búsqueda del bien común. Al reconocer y valorar su identidad única, los cartageneros pueden sentirse más motivados a trabajar juntos para superar los desafíos y construir un futuro mejor, creando una sociedad más justa, equitativa y sostenible, donde los ciudadanos se sientan involucrados en la construcción de su futuro.

En diciembre de 2023 se presentó el documento técnico "Formulación del Plan Decenal de Cultura Ciudadana y Cartageneidad 2022-2031" elaborado como un esfuerzo conjunto entre la Administración Distrital, el sector privado, la academia y la ciudadanía, liderado por la Escuela de Gobierno y Liderazgo en colaboración con la Universidad de Cartagena a través del Laboratorio de Cultura Ciudadana de Cartagena. Plan que surge como respuesta a la necesidad de fomentar una transformación positiva en el comportamiento de los ciudadanos y en su relación con la ciudad.

El documento se basa en un concepto de Cultura Ciudadana que abarca las creencias, valores, normas, actitudes y prácticas que moldean los comportamientos cívicos y la concepción de ciudadanía. Se estructura sobre tres ejes temáticos principales:

Derecho a la Ciudad: Busca medir la relación del ciudadano con otros ciudadanos, la ciudad y las instituciones, promoviendo el acceso y uso equitativo de los espacios públicos, la participación ciudadana y el respeto por el entorno urbano.

Transparencia: Busca evaluar el comportamiento de los ciudadanos, instituciones y empresas en relación con los valores cívicos y democráticos, haciendo énfasis en la transparencia institucional, ciudadana y organizacional.

Autocuidado: Busca medir la relación de los ciudadanos consigo mismos y con sus vínculos cercanos, abordando dimensiones físicas, psicológicas y sociales.

El plan se fundamenta en valores democráticos como la dignidad humana, la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto activo, el diálogo, la identidad cultural, la identidad ciudadana, la inclusión, la aceptación de la diversidad, el trabajo, la justicia, la paz y la participación ciudadana. Estos valores buscan guiar los comportamientos de las personas y las comunidades hacia una convivencia más armónica y el desarrollo de una ciudadanía activa y responsable.

Los esfuerzos actuales en Cartagena, desde proyectos comunitarios como el empoderamiento de adolescentes en El Pozón hasta intervenciones de organizaciones como Aldeas Infantiles SOS, reflejan un dinamismo en la acción social. Programas como el actual plan "Cartagena Sí se transforma" promueven la reflexión colectiva, mientras otras iniciativas fortalecen las Juntas de Acción Comunal (JAC) o impulsan la renovación urbana. Sin embargo, estas acciones, aunque valiosas en su alcance específico, no responden a un plan programático estructurado ni a una visión concatenada conceptualmente. Son intervenciones aisladas, carentes de integralidad y continuidad, que no se articulan bajo un marco estratégico capaz de transformar sustancialmente el sustrato actitudinal de las comunidades.

La Cartagenidad, con sus nociones identitarias y valores, ha servido como inspiración dispersa para estas u otras iniciativas, pero no como eje de un proyecto unificador. Mientras algunos proyectos abordan síntomas puntuales (pobreza, desigualdad), falta una aproximación sistémica que vincule lo social, lo cultural y lo político en una hoja de ruta clara. Por ejemplo, el enfoque en "científicos ciudadanos" o en participación cívica, aunque loable, no se conecta con programas paralelos de desarrollo económico o educación crítica que consoliden cambios profundos. 

Así, el panorama actual es el de un mosaico de esfuerzos públicos y privados, muchos con impactos locales tangibles, pero sin la escala o la coherencia necesarias para redefinir el futuro de la ciudad. La ausencia de una estrategia integral, que trascienda lo coyuntural y trabaje sobre la mentalidad y sustrato actitudinal, limita su potencial transformador. Cartagena requiere menos acciones fragmentadas y más un "gran plan" que las ordene, las jerarquice y les dé sentido histórico.

Si bien La Cartagenidad es un constructo clave que ha permeado los programas y políticas públicas, en mi concepto, los efectos del sustrato actitudinal cartagenero, parte integral de la mentalidad, no se han considerado de manera rigurosa y efectiva. Cómo tampoco, el cómo transformar la realidad compartida de sus ciudadanos. Aspectos esenciales para direccionar, efectiva y eficientemente, los esfuerzos de transformar las prácticas, actitudes y comportamientos que promuevan una convivencia armoniosa, el respeto mutuo y la activa participación en lo comunitario y cívico. Una cultura centrada en la vida urbana y las responsabilidades cívicas, caracterizada por el civismo, la participación, la educación cívica, la cooperación y la solidaridad.

La realidad compartida, abarca las percepciones, creencias, valores y conocimientos comunes a un grupo social o comunidad. Estas percepciones compartidas forjan una visión común del mundo y fortalecen la cohesión social. Sus características principales son la interdependencia, el consenso social y su naturaleza dinámica, ya que evoluciona con el tiempo según las experiencias, conocimientos y condiciones de la comunidad, así como las influencias externas.

Ejemplos de realidad compartida son las normas sociales sobre lo que es aceptable o inaceptable en una comunidad, las creencias compartidas sobre eventos históricos y su interpretación, y los valores y principios que guían el comportamiento y las decisiones del grupo.

La realidad compartida se forma a través de interacciones sociales, educativas y comunicación continua, mientras que la cultura ciudadana se promueve a través de políticas públicas, educación formal y campañas de concienciación.

En resumen, la realidad compartida es un concepto amplio que abarca y busca todas las percepciones y creencias compartidas por un grupo con el fin de comprender y describir esa visión compartida del mundo. La cultura ciudadana es más específica, centrada en la convivencia urbana y la participación cívica, buscando mejorar la convivencia y la participación en la vida comunitaria.

Ambas interactuando y afectándose mutuamente, las transformaciones que promueven impactan significativamente a la sociedad: la realidad compartida afecta la cohesión y la identidad del grupo en general, mientras que la cultura ciudadana influye directamente en la calidad de vida urbana y la eficacia de la gobernanza local. Por tanto, la transformación de Cartagena es posible a través de esfuerzos conjuntos y sostenibles en ambos aspectos, con el objetivo de alcanzar efectos positivos, transformando íntegramente la conciencia colectiva de sus habitantes. En conclusión, al fomentar una actitud más virtuosa y proactiva, los cartageneros podrían construir una realidad más positiva y próspera para su ciudad.  

La realidad compartida es un aspecto crucial para definir el destino de una ciudad y sus ciudadanos. Es por tanto esencial comprenderla desde lo individual a lo colectivo, y entender el rol que las circunstancias, la búsqueda de la verdad y la actitud imprimen es su construcción, aspectos que intentaré revisar en el siguiente aparte.

4.   Realidad, circunstancias, verdad y actitud: Interconectados en el desarrollo social 

La Realidad es donde el objeto y el sujeto pueden asimilarse. Es el escenario donde el ciudadano interactúa con su entorno, y donde busca y enlaza con la verdad.

El conocimiento actual nos presenta una concepción polisémica de la realidad que transciende la mera definición que el sentido común nos ofrece.  La complejidad y diversidad de conceptos nos muestra muchas definiciones. Esto ha llevado a cuestionar la naturaleza misma de la realidad y lo que consideramos "real" tanto a nivel colectivo como en el individual. La mayoría de nuestro conocimiento se basa en evidencias, observaciones y razonamientos, y aunque pueden ser muy sólidos, siempre existe la posibilidad de que nueva información o descubrimientos modifiquen nuestra comprensión de la realidad, desafiando las certezas absolutas considerándolas raras si no inexistentes.

Pero desde una óptica cotidiana, la realidad se representa como el escenario donde existe y se desarrolla todo lo que consideramos real y donde se coexiste con las certezas absolutas: afirmaciones o creencias que se consideran verdaderas sin ninguna duda o posibilidad de error. Son conocimientos que se aceptan como incuestionables y que no requieren de ninguna prueba o verificación adicional para ser considerados válidos.

El ciudadano común en su simplificación conceptúa que la realidad es y también se construye. El sentido común le dicta que la realidad es lo que existe independientemente de su percepción o interpretación y también puede ser un constructo dinámico y subjetivo, resultado de la interacción entre lo real: aquello que existe objetivamente, y su interpretación individual.

La realidad como constructo se define como un proceso de sinergia perceptiva. El observador encapsula la información sensorial, la intelectualiza y refracta con sus creencias, emociones y afectos. Entonces sincrónica y dinámicamente, aprehende lo que es real y construye realidad. En esta construcción lo real se puede trasmitir, absorber o reflejar en la realidad.

En ciertos casos la realidad y lo real se asimilan y son lo mismo; o la realidad hereda parcialmente la complejidad de lo real permitiendo ver parte de su esencia.

Sin embargo, en muchas ocasiones, es una interpretación única y subjetiva, un reflejo o refracción de lo real. Una 'realidad individual' construida por el observador al percibir, interpretar y medir el mundo, invitando a considerar la realidad resultante como lo real para él y que muchas veces tiene unas calidades especificas: es actual, fugitiva, conceptual y particular. Es decir, para cada individuo es lo que percibe en un momento determinado y puede cambiar.  Es una construcción mental impregnada por afectos, creencias y caprichos del observador afectado.

Entonces la 'realidad colectiva' de una ciudad se conforma cuando las realidades individuales son asumidas por una mayoría, proceso que surge no solo desde la aceptación colectiva, sino también mediante la iteración y asimilación constante de esas visiones. Esta dinámica, lejos de ser estática, consolida una identidad común al tiempo que le imprime un carácter cambiante: la interacción actitudinal y la reinterpretación mayoritaria mantienen latente la posibilidad de transformación. Así, la suma y asimilación de estas 'realidades individuales' constituyen la base de la mentalidad colectiva, donde la participación, la adaptación y la influencia mutua determinan su evolución. Sin embargo, para que dicha transformación se concrete, se requiere el reconocimiento explícito, la aceptación sostenida y, sobre todo, la decisión consciente de esa mayoría.

Por tanto, el creciente conocimiento y el reconocimiento, junto con las diversas calidades de cómo construye y conecta con la realidad, son determinantes y fundamentales en su esfuerzo de transformar, tanto lo que existe objetivamente, (las cosas), como la realidad subjetiva que construye (lo que cree). 

Dentro de este proceso de intelección y conexión con su mundo, el ciudadano también se construye como algo real frente a toda realidad urbana que lo rodea. Percibir la realidad, junto con la habilidad de reflexionar sobre su propia existencia, lo coloca en una posición única dentro de la realidad, actuando de manera simultánea, tanto como parte integrante de ella como su observador crítico.

Entonces el ciudadano puede medir la realidad, empero e históricamente, le ha sido mucho más fácil medir: observar y evaluar, el impacto del entorno en él. En Cartagena, por ejemplo, cuando se trata del espacio público, sus ciudadanos en múltiples ocasiones, aunque perciben que otros lo pululan, parecen vivirlo en solitario, alimentando la creencia de que en ese espacio pueden actuar como se les plazca: un espacio particular y no público.  

Realidad y verdad

En su construcción de realidad, el individuo intenta acercarse a lo real, lo objetivo, y para esto busca la verdad, y porque se encuentra en un permanente estado de incertidumbre y cambio, se le genera la urgencia de tener seguridad o convicción de esa verdad. Es decir, se le hace necesario la aprehensión de conocimientos confiables, universales, válidos y verificables, cuyo fin sea la producción de un significado que guarde cohesión y coherencia con la realidad, la verdad y la certeza.

Intrigantemente, la verdad y la realidad se determinan mutuamente. Al buscar la verdad en el intento de acercarse más a lo real, esta mayor proximidad coadyuva a abordar la plena concepción de la verdad. Como resultado de esta interacción la realidad se asimila con lo real y se reafirma, o se armoniza con las nuevas verdades, y se transforma. Es una relación donde se definen o determinan mutuamente en un proceso continuo, y cada elemento influye en la formación y el significado del otro, creando una interdependencia dinámica.

Pero esta verdad puede estar concebida de manera equívoca, cuando intentamos aprehenderla a través de argumentos falaces y conclusiones inválidas que nacen de nuestras limitadas percepciones y, en consecuencia, formulamos una idea imperfecta de la verdad. Foucault afirmaba que no existe una verdad absoluta de los hechos, sino una ilimitada interpretación de esos hechos. Sin embargo, cada individuo que crea su propia interpretación, es decir, su propia verdad o versión, debe coincidir con hechos comprobados que concuerden con la realidad.

En el caso cartagenero, siento que el proceso de búsqueda de verdad está concebido de manera equívoca y además se detuvo en el tiempo.

La interacción entre la construcción de realidad y la búsqueda de verdad es un componente crucial de nuestra existencia, especialmente ya que sabemos que todo es interdependiente y está interpenetrado. La estructura que le damos a nuestra realidad se convierte en base fundamental para definir la dirección y el sentido de nuestra vida y de la ciudad.

Realidad y circunstancias

Así como aparecemos en este mundo sin elección en la concepción ni en la escogencia de nuestros progenitores, también brotamos sin la posibilidad de decidir las circunstancias que nos recibirán. Circunstancias que algunos definen como todo aquello que nos rodea, material o inmaterial, son elementos fundamentales de nuestra experiencia de vida.  

Se han definido como el conjunto de 'cosas' que conviven simultáneamente, integradas o compartimentadas; o, diferenciadas o entrelazadas, pero la mayoría de las veces son confusas. Cosas que muchas veces determinan, condicionan o transforman nuestra existencia; o que recreamos, moldeamos o transformamos; y que hacemos parte de nosotros y con las cuales construimos nuestra realidad.

Nacemos y vivimos rodeados de circunstancias que aparentemente no cambian y permanecen igual. Por ejemplo, el sol o la muerte. Elementos de la realidad que son objetivos e inmutables, que denominamos verdades y son la base de nuestro conocimiento científico y nuestra comprensión del mundo. Hacen parte de esa multitud de cosas que confrontamos al nacer y que no importa si dejamos de creer en ellas, no dejan de ser ciertas.

También hay circunstancias que caen dentro del conjunto de 'verdades humanas': Verdades creadas por el individuo o la sociedad. Estas verdades se basan en varios factores como las normas, valores y creencias culturales, y evolucionan con factores como: la experiencia, el conocimiento, el tiempo y a veces con la geografía. Son importantes porque influyen en nuestras ideas, comportamiento y decisiones. Verdades que al parecer no cambian en su esencia, pero si en su modalidad: el cómo se presentan, su predictibilidad, su temporalidad, su conceptualización, etc. Por ejemplo: el matrimonio, la fe, la política o la guerra.

Dentro del Conjunto total de circunstancias son muchas las que podemos denominar como 'comunes', pudiendo ser inminentes o reiterativas, entre ellas: el trabajo, el clima, el hambre, la marginalidad, las relaciones interpersonales, etc., circunstancias con las que nos enfrentamos cotidianamente, convirtiéndose en las más importantes por su recurrencia, potencial, su intimo impacto vivencial y su ocasional latencia. Estas son las que más presionan y por ende influyen significativamente en nuestras actitudes, decisiones y la realidad.

En Cartagena, por ejemplo, la historia de conquistas y luchas, la vibrante mezcla cultural, la belleza deslumbrante y los desafíos socioeconómicos, tejen un entramado de circunstancias únicas que han forjado la identidad de sus habitantes. Los cartageneros deben aprender a leer las señales de su entorno, a comprender las fuerzas que los rodean, para así construir una realidad compartida que refleje o transforme sus aspiraciones y valores.

La realidad y las circunstancias comparten una relación intrínseca y compleja. Interpretar las circunstancias nos ayuda a moldear y definir la realidad. Pero la realidad no se limita a ellas, las transciende al incluir aspectos más profundos y subyacentes que van más allá de las condiciones inmediatas, como los valores. En resumen, la relación entre la realidad y las circunstancias es una interacción dinámica y multifacética. Las circunstancias moldean nuestra realidad, pero también podemos trascenderlas y transformarlas a través de nuestras acciones y elecciones. Sin embargo, las circunstancias no son el único factor que juega un papel crucial en la configuración de nuestra experiencia vital, también lo es el cómo actuamos ante ellas.

Realidad y Actitud

La actitud es disposición de ánimo manifestada de algún modo ante la vida: circunstancias o situaciones. Puede ser positiva, negativa y en ciertos casos neutral. Una actitud positiva nos permite afrontar los desafíos con optimismo, perseverancia y creatividad. Por el contrario, una actitud negativa puede conducirnos al desánimo, la resignación e incluso al fracaso.

Su definición nos presenta tres elementos primordiales:  disposición, ánimo y manifestación:

Disposición: Proviene del verbo disponer, que significa colocar o posicionar. En este, contexto, se refiere a la colocación o inclinación, premeditada o instintiva de nuestro ánimo ante las circunstancias.

Ánimo: Heredado del vocablo latino "anĭmus", que significa alma o espíritu. Se refiere al estado emocional o sentimiento que experimentamos en un momento dado. Es el cómo nos sentimos, ante cualquier circunstancia o situación.  El ánimo es muy importante en nuestra vida. Es cuánto valor, esfuerzo y voluntad le ponemos. Es nuestro carácter, nuestra condición o inclinación al actuar. Es como nos sentimos antes, durante y después de enfrentar situaciones.

Manifestación: Que refiere a la manera como expresamos o exteriorizamos esa disposición de ánimo. 

la importancia del ánimo radica en que juega un papel fundamental en nuestra existencia:

Determina nuestro nivel de energía y motivación: Un ánimo positivo nos impulsa a actuar con entusiasmo y esfuerzo, mientras que un ánimo negativo nos puede paralizar o hacernos sentir desmotivados.

Influye en nuestra capacidad para enfrentar desafíos: Un buen ánimo nos permite afrontar las dificultades con mayor resiliencia y perseverancia.

Impacta en nuestras relaciones con los demás: Un ánimo positivo nos hace más agradables y receptivos con los demás, mientras que un ánimo negativo puede generar conflictos y distanciamiento.

Define nuestra perspectiva de la vida: Un ánimo optimista nos permite ver el lado positivo de las cosas y encontrar oportunidades en las dificultades, mientras que un ánimo pesimista nos puede llevar a enfocarnos en lo negativo y perder la esperanza.

Con respecto a la manifestación del ánimo, no solo se siente internamente, sino que también se manifiesta externamente a través de nuestro lenguaje, elecciones o acciones, por lo que debemos cuidar cómo las manifestamos:

Acciones: La forma en que actuamos ante diferentes situaciones refleja nuestro estado de ánimo. Por ejemplo, podemos ser más proactivos o apáticos, más colaborativos o retraídos, según cómo nos sintamos.

Lenguaje: El tono de voz, la elección de palabras, nuestras expresiones faciales o corporales y la forma en que nos comunicamos revelan nuestro estado de ánimo. los diferentes tipos del lenguaje comunican cualquier emoción que estemos experimentando. 

En definitiva, la disposición del ánimo es un aspecto fundamental de nuestra vida que influye en cómo nos sentimos, cómo actuamos y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Cultivar un ánimo positivo puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar y en la calidad de nuestras experiencias.

En las actitudes se puede extractar nuestra esencia, nuestra forma interna. Habla de nosotros, refleja nuestra persona, nuestro estado de ánimo en cada momento. Las personas se configuran o reconfiguran cuando, frente a las circunstancias asumen actitudes y toman decisiones. 

Lo anterior nos dice que el revisar críticamente nuestras actitudes actuales, con certeza nos llevará a comprender nuestro ser interior. Vivimos permanentemente en: "una actitud", por tanto, es importante comprenderla integralmente. La comprensión integral de las circunstancias y nuestra actitud ante ellas nos brinda la posibilidad de aprender a cambiarlas o transformarlas, tomando decisiones y/o actuando, deseablemente, con el objetivo de construir una mejor realidad.

Por ende, entre más luz arrojemos los cartageneros a las circunstancias en nuestra ciudad, mayor su entendimiento de ellas, permitiendo que el pensamiento evolucione juntamente con su actitud y por ende su realidad. El ciudadano tiene la capacidad de transformar su realidad individual a través de su actitud y las decisiones que toma, transformando su existencia, preferiblemente alcanzando aquello que le permita una vida virtuosa y plena, para lo cual es importante cultivar una Actitud Positiva:

Enfocarse en lo Bueno: A pesar de las dificultades, siempre hay aspectos positivos en nuestra vida. Es importante enfocarse en lo bueno y agradecer por las cosas que tenemos.

Visualizar el Éxito: Imaginar cómo queremos que sea nuestra vida y tomar acciones para lograrlo.

Rodearse de Personas Positivas: Las personas que nos rodean influyen en nuestra actitud. Es importante rodearse de personas positivas y motivadoras.

5.   Fenómeno Interaccional Entre Actitud y Realidad. 

La realidad individual conforma la unidad estructural de la realidad colectiva, que una vez se desliza a la comunidad, es también heredada por los organismos sociales. En este proceso, la actitud actúa como fuerza catalizadora, tanto en lo individual como lo colectivo al ejercer como fuerza promotora del elegir, y con cada decisión se alcanza el potencial de conservar o modificar la realidad.

Esta realidad individual no existe en un vacío y se entrelaza con la realidad colectiva, formando un dinámico dúo que se influencia mutuamente. Juntamente con las circunstancias y el conocimiento, factores sustanciales de esa interacción, se convierten en aspectos fundamentales en el proceso de elección.

Indecisión la peor decisión: Un aprendizaje fundamental

Entonces podemos afirmar que la decisión es un directo resultado de cómo nuestra actitud interactúa con las circunstancias que enfrentamos. Nuestra actitud, que engloba nuestras creencias, valores y predisposiciones emocionales, actúa como un filtro a través del cual interpretamos las circunstancias. Esta interpretación influye en las opciones que consideramos viables y, en última instancia, en la decisión que tomamos.

Las decisiones que tomamos a lo largo de nuestra vida hacen parte de los factores determinantes de nuestra realidad y, por ende, nuestra existencia. Tenemos la capacidad de elegir cómo queremos responder a nuestra vida: podemos optar por ser 'víctimas' de las circunstancias; tomar 'control' de nuestra vida; o sumergirnos en la indecisión y dejar que el 'destino' elija por nosotros. Ninguna de estas opciones ofrece certeza o garantía de un resultado, pero elegir tomar 'control', en contraste con la indecisión, nos brinda mayor probabilidad de alcanzar lo que queremos o anhelamos.

Cabe mencionar que, desde una perspectiva determinista, más que alcanzar lo que se desea, la certeza radica en recibir lo predeterminado, que a nivel individual esto sería, en el mejor de los casos, lo que se merece o necesita.

Asimismo, es necesario precisar que existe argumentación que determina la indecisión como una decisión en sí misma, aunque sea pasiva, y que tiene sus propias consecuencias. Esta línea de pensamiento considera que hay situaciones en las que la indecisión puede ser prudente, como en aquellos casos donde la información es insuficiente para tomar una decisión informada. Sin embargo, para este escrito se toma su definición básica: Falta de decisión.

Decisiones Responsables

No toda decisión es 'útil' y efectiva, por lo que antes de elegir debemos tener en cuenta:

Pensar antes de Actuar: Reflexionar sobre las consecuencias de nuestras decisiones antes de tomarlas.

Ser responsables: Aceptar las consecuencias de nuestras decisiones, tanto positivas como negativas.

Aprender de la experiencia: Los errores son oportunidades para aprender y crecer. No debemos quedarnos estancados en ellos, sino utilizarlos como lecciones para mejorar.

Realidades virtuosas/Actitudes virtuosas, y viceversa

Nuestros pensamientos, creencias y emociones no solo determinan cómo interpretamos el mundo, su interacción puede reformar o modificar nuestras actitudes y afectar los resultados que obtenemos. Asimismo, las experiencias que vivimos, las personas que nos rodean y las circunstancias que enfrentamos pueden moldear nuestras actitudes. Esto nos indica que es de suma importancia cultivar el hábito de ser conscientes de estos factores internos y externos.

No es fácil cultivar o asumir una actitud positiva de cara a los desafíos, pero si el deseo es alcanzar realidades virtuosas que nos conduzcan a una vida más plena y significativa, debemos desarrollar hábitos mentales y emocionales que nos ayuden a ver el mundo con optimismo y esperanza y nos encamine a asumir actitudes virtuosas: la amabilidad, compasión, la gratitud, la perseverancia y resiliencia, la responsabilidad, el positivismo, la equidad, la productividad, etc.

Las realidades virtuosas, tanto a nivel individual como colectivo, no se refieren a realidades ilusorias o imaginarias, sino a realidades positivas y deseables que se construyen a partir de actitudes virtuosas. En un contexto grupal podemos considerarlas sociedades o comunidades que se caracterizan por favorecer el bienestar colectivo promoviendo la equidad, la justicia y la inclusión; asimismo, las relaciones saludables, basadas en el respeto, la empatía, la cooperación y la solidaridad. Que promueven el desarrollo humano impulsando el crecimiento personal y el desarrollo de las capacidades de cada individuo, brindando oportunidades para el aprendizaje, la creatividad y la expresión. Son comunidades que garantizan su sostenibilidad, promoviendo prácticas productivas que además cuiden el medio ambiente, sean socialmente responsables y aseguren el bienestar de las generaciones presentes y futuras.

Colectivamente las realidades virtuosas son el resultado de actitudes virtuosas compartidas que promuevan elecciones y acciones basada en valores como la honestidad, la responsabilidad, el positivismo, la productividad, la compasión y el servicio a los demás. No son inalcanzables, son metas a las que toda sociedad debe aspirar y construir a través de decisiones y acciones diarias basadas en la virtud.

En contraste con las realidades negativas o problemáticas, las realidades virtuosas ofrecen un entorno más propicio para el florecimiento humano y el desarrollo social sostenible. Al cultivar actitudes virtuosas y trabajar juntos, podremos transformar nuestra forma de ver el mundo y atraer experiencias más positivas a nuestras vidas.

Tanto el individuo como la sociedad tienen el poder de elegir sus actitudes, no están completamente a merced de las circunstancias externas, pudiendo decidir cómo responder a los eventos de la existencia. En este proceso no se debe desatender el principio que las buenas actitudes son contagiosas.

6.   La flecha es el lenguaje 

Se dice que el pensamiento genera y moldea el lenguaje, mientras que el lenguaje enriquece y revoluciona el pensamiento. El hombre ha aprendido a corresponder a cada forma de pensamiento una forma del lenguaje: Cuando conceptúa entonces usa el lenguaje para definir su pensar.  Cuando hace un juicio, enuncia y cuando razona, argumenta. Entonces el lenguaje representa y comunica implícita y cotidianamente patrones de pensamiento y por ende de actitud, permitiendo tanto al individuo y a la sociedad a expresar y definir su realidad, su verdad.

A través del tiempo el lenguaje ha convertido o conferido calidad de verdad irrefutable a múltiples actitudes o comportamientos, incluso si entran en conflicto con aceptados preceptos éticos o morales. Es interesante observar cómo ciertos refranes pueden entrar en conflicto con valores éticos o morales más amplios, incluso dentro de la misma cultura y aun así ser presentados como actitudes o comportamientos aceptables socialmente.

Construcción de 'verdades sociales'

El lenguaje no solo comunica estas verdades, sino que también es parte esencial de su construcción, cambio o transformación. En una de sus formas más legitima usada, dichos y refranes, se convierte en una herramienta poderosa para transmitir y consolidar valores, normas y creencias dentro de una comunidad. Actúan como vehículos de la memoria cultural y colectiva: "Al mal tiempo, buena cara", "Dime con quién andas y te diré quién eres".

Entre las características que confiere el lenguaje a la construcción de realidad resaltamos el efecto de perpetuación y resistencia al cambio, traducido en un fenómeno de "inercia cultural". Es decir, una vez establecidos, estos refranes y dichos y las "verdades" que engloban, tienden a perpetuarse a lo largo del tiempo, resistiendo el cambio. Su repetición constante les otorga una especie de autoridad y legitimidad que puede ser difícil de cuestionar. Las "verdades" sociales encapsuladas en estos dichos son internalizadas por los individuos desde una edad temprana, al ser aprendidas en el seno de la familia y la comunidad y se convierten en parte del inconsciente colectivo.

Y aun cuando el lenguaje puede ayudar en hacerlas universales, sufren de relatividad cultural y pueden variar significativamente entre culturas. Un dicho que se considera sabiduría en una sociedad puede no tener sentido o incluso ser contraproducente en otra: "El clavo que sobresale recibe el martillazo."

Interpretación en Japón: Este dicho se considera una verdad y una guía para el comportamiento en una cultura colectivista. Enfatiza la importancia de la conformidad, la armonía social y evitar destacarse demasiado. Se valora la humildad y el trabajo en equipo, por lo que sobresalir podría verse como una amenaza para la cohesión del grupo. La persona que "recibe el martillazo" podría ser vista como alguien que está siendo reprimido por no seguir las normas establecidas.

En una cultura individualista este dicho puede ser visto como contraproducente, ya que se valora la individualidad, la ambición y la iniciativa personal. Sobresalir se considera positivo, ya que puede conducir al éxito y al reconocimiento. Entonces "Recibir el martillazo" podría verse bien.

En resumen, al ser el lenguaje el medio por el que se representan y comunican las creencias y "verdades" sociales, revela que promover un programa de educación especial, enfocado y apoyado en el lenguaje, juntando lo académico con el arte, llevaría al ciudadano a pensar críticamente, cuestionando esas creencias y "verdades". Bien aplicado lo llevaría a una mejor toma de decisiones y a un cambio actitudinal virtuosista.

La "Verdad verdadera"

La situación socioeconómica de Cartagena, con respecto a desarrollo y derechos ciudadanos, en términos generales, ha cambiado, aunque se discute que haya mejorado significativamente. Ahora bien, la relación entre esta mejora y el nivel de avance en el mejoramiento de la conciencia actitudinal colectiva o mentalidad, una que conduzca al individuo y la sociedad a unos niveles óptimos de conciencia social, virtuosidad, cooperación, auto identidad y estima, y una actitud activa en contraposición a la reactividad que nos aqueja, deja mucho que desear.

Vemos como en un proceso de conformidad reiterada, nuestro lenguaje, interactuando con circunstancias, actitudes y realidades suigéneris de nuestras comunidades, ha desarrollado una rica y diversa refranesca que muchos cartageneros coloquialmente las repiten automática e involuntariamente y que se han afincado como "verdades" en su conciencia colectiva.

Frases como, por ejemplo: "Pa' qué si me van a decir que no", ejemplo clásico de refranesca:  "frases de uso común y recurrente con aspiraciones de refrán", que se nos presentan como expresiones de aparente inocuidad, pero que en su trasfondo revelan actitudes comodonas. Esta frase nos revela una actitud conformista y muestra un sesgo de baja autoestima y carencia de iniciativa al enfrentar la realidad. En contraste, una "verdad" virtuosista se apoyaría en el ideal de que todo individuo debe tomar siempre la iniciativa, y de manera respetuosa y legítima, pregunte y cuestione, sin asumir de antemano la respuesta.

Vemos como las sociedades que no promueven este ideal, son sociedades con alto subdesarrollo y altas tasas de pobreza e ilegitimidad, donde se evidencian, a causa de la acumulada frustración derivada de la generalización de ese tipo de actitudes conformistas y negativas, actuaciones de hecho y violentas, en reemplazo de reclamaciones legitimas, democráticas y efectivas.

En Cartagena nuestra refranesca se revela en múltiples y reiterativas expresiones, que de una u otra manera se han convertido en "verdades" y requieren la atención social para iniciar su transformación o eliminación, por ejemplo: "El man roba, pero hace". Es crucial realizar un análisis de toda la refranesca cartagenera que con seguridad nos extractaría parte de la mentalidad de nuestra ciudad. 

7.   La niñez:  La cuna de la risa y la realidad

Nuestros niños nacen en un mundo dinámico y lleno de contrastes, un entorno que los moldea de diversas formas, presentando tanto desafíos como oportunidades para su desarrollo integral. A pesar de la incertidumbre y los cambios constantes, los niños poseen una asombrosa capacidad de aprendizaje y adaptación. Son curiosos por naturaleza, exploradores incansables y rebosantes de potencial. Su mente abierta y receptiva les permite absorber información, desarrollar habilidades y construir su propia realidad a partir de las experiencias que viven, facilitando su interacción y comprensión del mundo que los rodea.

Un momento crucial en su desarrollo es cuando transitan de simplemente hablar del mundo que los rodea a expresar sus propias ideas y sentimientos. Es cuando dominan el lenguaje en su totalidad, ese símbolo primordial que es esencial tanto para la construcción de conocimiento como para su formación como personas. Este es un punto culminante en su existencia individual, donde comienzan el camino hacia el descubrimiento de su 'esencia' y donde nos sesgamos en vectores sociales[1] : comodones o virtuosistas, anormales o normales, conformes o inconformes o simplemente 'incógnitos'. Entonces nos vemos abocados a imaginarnos, pensarnos, como seres únicos, propios y reales. Yo: el que quiere ser, hacer y también, poseer.

Responsabilidad Social Ineludible

Traer niños al mundo es un acto maravilloso, pero también nos lleva a una profunda reflexión sobre nuestra propia vida y la de ellos. Despierta en nosotros la conciencia de una responsabilidad ineludible, compartida entre padres y sociedad, de brindarles un entorno seguro, amoroso y estimulante que les permita alcanzar su máximo potencial.

Para los padres, aceptar y amar a sus hijos tal y como son, con sus propias elecciones y deseos, puede ser un desafío. A menudo, los hijos quieren ser algo que los padres no desean para ellos, lo que puede llevar a olvidar su verdadera esencia. Es natural que los padres, en su afán de ver a sus hijos felices y exitosos, intenten "guiarles" hacia lo que ellos consideran mejor. Sin embargo, aceptar a los hijos tal y como son, a veces puede parecer imposible, y en ocasiones, la aceptación se limita al simple reconocimiento o respeto.

No obstante, en un ideal social, los niños deben ser reconocidos, respetados y, sobre todo, aceptados. Deben ser empoderados y su dignidad debe ser protegida. La sociedad debe invertir todos sus esfuerzos, tanto emocionales como materiales, políticos e ideológicos, para formarlos, cuidarlos y apoyarlos en su camino hacia convertirse en "buenas personas", sin olvidar que, en gran medida, su éxito y felicidad dependen de su propia actitud y decisiones.

Ser una "buena persona" en el ámbito social implica un conjunto de cualidades y comportamientos que fomentan la interacción positiva, la construcción de relaciones sanas y el bienestar general dentro de un grupo o comunidad. Las características comunes de una buena persona en el ámbito social son: Empatía, respeto, comunicación efectiva, colaboración, confianza, amabilidad y responsabilidad social. 

Es un proceso continuo que requiere esfuerzo, compromiso y la constante disposición a aprender y crecer. Sin embargo, los beneficios que se obtienen al cultivar estas cualidades son invaluables, tanto para el individuo como para la sociedad en su conjunto. Para que los niños sean buenas personas, los padres y la sociedad, en conjunto, deben asumir diversos retos, entre los que se destacan:

Aceptación incondicional y amor genuino: Cada niño es un ser único y especial, con sus propias fortalezas, debilidades, intereses y sueños. Es imperativo que los padres y la sociedad acepten y amen a los niños tal y como son, y se esfuercen en su inclusión e integración social, idealmente sin tener que modificarlos ni ajustarlos a un molde especifico.

Orientación y apoyo durante su desarrollo: Los niños requieren guía y apoyo para desenvolverse en el mundo. Es crucial que los padres y la sociedad les brinden las herramientas y el acompañamiento necesarios para aprender, crecer y tomar decisiones responsables.

Formarlos en valores esenciales: Los valores, como la honestidad, la responsabilidad, la empatía y el respeto, son pilares fundamentales para construir una sociedad justa y equitativa. Es indispensable que los padres y la sociedad transmitan los valores esenciales a los niños desde temprana edad.

Salvando estos y otros retos la sociedad garantiza una senda de virtuosismo, promoviendo buenas actitudes que conducirían, tanto a sus niños como a todos sus ciudadanos a conformarse como "buenas personas" y promover "realidades virtuosas".

La Sainetera: Risas que transforman

La formación que los niños reciben del Estado se ha centrado tradicionalmente en la acumulación de conocimiento, en darles instrucciones e indicarles cuáles son sus derechos, a veces sus deberes, y ciertamente su "rol" social. Sin embargo, en el ámbito de la actitud y la toma de decisiones, los programas especiales, sostenidos y efectivos son escasos o inexistentes. Tal vez esto se deba a que se asume que otras instituciones, como el hogar o la iglesia, tienen esta responsabilidad, o quizás porque se percibe como una tarea monumental, demasiado compleja o costosa.

La receptividad de los niños a la formación sobre su actitud, la elección y la acción es limitada cuando se utilizan los métodos de enseñanza y formación actuales del Estado. Quizás la forma de lenguaje que comprende las artes, especialmente las escénicas, sea la metodología que facilite esta transformación actitudinal.

La sainetera, que nos transporta al mundo del sainete teatral, se propone como un medio ideal para un programa sostenido de transformación actitudinal. Permite la creación de héroes y antihéroes del comportamiento, reflejando de manera atractiva y cómica el resultado positivo o negativo de sus decisiones o elecciones. Utilizando el talento y la participación de actores locales, se puede introducir y fusionar esta forma de arte con el formato educativo actual, con el objetivo de promover una reforma actitudinal.

Con la puesta en escena de sainetes teatrales cortos, se recrearían el ambiente y las actitudes que dieron vida a las múltiples refranescas, contraponiendo las situaciones y actitudes que dieron vida a las "verdades" que conllevan, con la actitud y actuar contrario y correcto. Los héroes y antihéroes del comportamiento asumirían la imagen de "personajes populares" para personificar esas "verdades".

Tomando como ejemplo la refranesca "Pa' qué si me van a decir que no", podríamos escoger un protagonista conceptual con el remoquete del Paquete y del Preguntón como su protagonista antagónico. Después de cada obra teatral, se llevaría a cabo una actividad dinámica e interactiva con los espectadores, liderada por expertos (psicólogos, sociólogos, educadores, etc.), donde se les motivaría a expresar sus percepciones u opiniones y a visualizar lo negativo y positivo de cada "verdad". Este ejercicio promovería el pensamiento crítico y el autoanálisis de sus propias actitudes y acciones, fomentando la necesidad de cambiar aquellas que les impacten negativamente.

8.   Conclusión

Se suele decir que el futuro pertenece a los niños. Sin embargo, esta frase presenta una visión pasiva que podría interpretarse como que el futuro también es su problema. Es hora de dejar atrás esta idea y enfatizar la gran responsabilidad que tiene el presente en la configuración del futuro. Si bien el futuro técnicamente pertenece a los niños, ellos aún no tienen la planificación consciente ni la iniciativa para darle forma.

Parece que los adultos a menudo se despreocupan de lo que sucederá después de su partida, mientras disfrutan de la comodidad y la indulgencia. No debemos olvidar que los problemas no resueltos hoy pueden convertirse en tragedias mañana. Al mismo tiempo, tampoco es deseable convertir estos problemas en tragedias del presente.

Por lo tanto, debemos considerar cuidadosamente cómo actuamos en el presente para garantizar un futuro virtuosista para nuestros hijos. El futuro no pertenece a los niños, es simplemente su herencia, no su responsabilidad.

La Cartagenidad que vivimos actualmente es la herencia que dejaremos. Si no nos esforzamos por comprenderla y transformarla, no podremos garantizarles a nuestros hijos, una de talante más virtuosista.


[1] Categorías que limitan y no capturan la fluidez y la diversidad de las identidades humanas, pero ayudan a simplificar la complejidad social para este ensayo.

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