AI: Arbiter Intelligentia
(Inteligencia árbitra que dicta el destino de los hombres).
“Plocos: La humanidad se sumerge en un viaje
concurrente, maravilloso e incierto con la intrigante, apasionante y seductora
Inteligencia Artificial (IA), mientras, se debate en la disyuntiva de
resistirse o abrazarla sin reservas, a la vez que ignora quién dictará su
destino.”
Amaneciendo el siglo XXI, millones de desprevenidos ciudadanos despertaron espectadores a la debutante y fascinante inteligencia artificial (IA). Como con toda nueva y excitante innovación, con temor reverencial pero fascinados, corrieron a convertirse en sus más asiduos fanáticos, descartando la latente y seductora intricación en su vida y sus impactos.
Retoño en la encrucijada de la evolución tecnológica y el poder humano, considerándose gran innovación, fuerza transformadora y nueva frontera. Erigiéndose como la tecnología más disruptiva de nuestro tiempo, con capacidad para aprender, adaptarse y tomar decisiones complejas, pero con matices importantes: La mayoría de las IA actuales no "adaptan" su arquitectura base; solo ajustan parámetros dentro de un marco predefinido. No se adapta a situaciones totalmente nuevas fuera de su entrenamiento. Las decisiones se basan en patrones estadísticos, no en comprensión humana. No tienen conciencia ni intencionalidad. Si los datos son sesgados o insuficientes, la IA fallará.
Aun así, esgrime el potencial de redefinir los límites de lo posible, anunciando así, un nuevo poder emergente con el potencial de transfigurar, transubstanciar y transformar nuestro mundo de maneras que hoy apenas estamos aprendiendo a predecir.
En el verano de 1956 se realizó el Proyecto de Investigación de Verano en Dartmouth sobre Inteligencia Artificial, taller ampliamente considerado como el evento fundador de la inteligencia artificial y donde por primera vez se menciona su nombre. Pero la IA se hizo realidad cuando Alan Turing sentó las bases de la computación moderna y desarrolló lo que podemos definir como la primera IA, ejemplificada en el desarrollo de la máquina Enigma, y base para el desarrollo de la IA, que hoy se basa en algoritmos y modelos matemáticos complejos.
Confinada inicialmente en el trasfondo de dominios virtuales y
aislados, la IA progresa rápidamente hacia una realidad tangible y accesible,
con una capacidad impresionante de evolución e interacción, dando paso a la
noción que se ha deslizado de un simple instrumento tecnológico a uno de poder,
suscitando en muchos la aterradora idea que en muy poco tiempo podría escapar
al control humano, existiendo de forma autónoma y consciente como una nueva y
más avanzada forma de vida. Una entidad que reconoce a su creador, con quien
puede conectarse e interactuar íntimamente, pero también podría superarlo y
controlarlo, o amenazarlo, o aburrirse de él.
Este sutil cambio perceptivo ha disparado las alertas de la humanidad e iniciado un replanteamiento de preguntas fundamentales sobre la tecnología y el poder; la naturaleza de la inteligencia y la Conciencia, y sobre lo que fue ciencia ficción: nuestra relación con las máquinas.
Machina rationalis nova.
"Plocos: ¿Será que la IA adquirirá esa emotividad poética y la estulta imaginación que llevó a su creador a especular sobre su futuro en la forma de ciencia ficción?"
Podemos equiparar la IA al resultado del anhelo humano de lograr que las máquinas pudiesen comprender, razonar, aprender e interactuar de manera similar a la humana. Tal vez, es un intento de diseñar herramientas que nos ayuden a dilucidar la verdad; o, la materialización del anhelo humano ancestral de crear entidades capaces de emular (e incluso superar) facultades cognitivas humanas, como el razonamiento, el aprendizaje y la interacción. Sueño que ha sido clave en el desarrollo tecnológico, desde los autómatas de la antigüedad hasta los sistemas modernos de machine learning y deep learning.
Entonces, la IA no es una entidad monolítica, abarca diversas subdisciplinas y enfoques, por tanto, sus capacidades actuales son vastas y continúan expandiéndose rápidamente. La actual inteligencia de las maquinas se apoya en la adquisición y manipulación de grandes cantidades de datos, usando algoritmos avanzados de aprendizaje automático y programación, conjuntos de datos, bases de datos y arquitectura informática de muy alto nivel, para determinar conocimientos, patrones y perspectivas, que puedan ser aplicados a escenarios actuales, nuevos y desconocidos.
La inteligencia artificial se presenta en un campo amplio de muchas formas y aplicaciones, incorporando tecnologías como el aprendizaje automático (ML), Narrow AI, inteligencia artificial general (IAG), Strong AI, procesamiento del lenguaje natural (PLN), DeepMind, y la IA explicable (XAI), siendo esta última crucial para generar confianza y garantizar la transparencia al explicar sus decisiones y razonamientos.
De estas, la IAG que presenta el potencial de migrar a Strong AI, son las que han alimentado el temor manifestado en el segmento anterior y que ya antes hemos representado en la ciencia ficción, en tramas como Terminator y Matrix, donde hipotéticamente se ha mostrado la capacidad de las máquinas inteligentes de superar y controlar al ser humano, precisando que, en los mundos representados, las máquinas adquirieron sensibilidad y conciencia, lo que aún en nuestra realidad aparenta no ser verdad.
La velocidad, la eficiencia y la capacidad asociativa de la IA, y su extraordinaria capacidad sinérgica le permite de manera fácil y ágil integrarse con otras tecnologías como la robótica y el internet, permitiendo la creación de sistemas complejos con alto potencial y que superan con creces ciertas capacidades humanas. Sus avances están destinados a mejorar la eficiencia económica y científica y, al mismo tiempo, revolucionar aspectos clave de la sociedad humana: la educación, la política, las ideologías, la ciencia, la economía y, lamentablemente, la guerra, ofreciendo múltiples beneficios, pero también mostrando el potencial de exacerbar todo lo negativo que podemos ser.
Sin embargo, a pesar de los extraordinarios avances en su inteligencia y procesos asociativos, aún tiene profundas limitaciones, en particular en atributos que consideramos inherentemente "humanos": conciencia, afectividad, espiritualidad y sentido común. Asimismo, la movilidad, la autorreplicación, la autorregulación y la autonomía física y sensible, siguen dependiendo en gran medida del diseño y la intervención humana.
En fin, la humanidad debe desechar una actitud especulativa y de espera por lo que pueda acontecer, a, activamente abrazar el reto de pensar desde ya, en qué hacer con ella, y de frente a las críticas y preocupaciones que surgen, incluida la aparente e inminente emergencia de atributos humanos en las maquinas, se hace imperativo equilibrar la narrativa.
El legado de LUCA.
La humanidad entretiene la teoría del Último Ancestro Común Universal, en inglés LUCA, que postula la existencia de un organismo primevo, un ancestro común de todos los organismos vivos actuales, que surgió hace aproximadamente 4.350 millones de años.
Desde las bacterias más simples hasta los humanos, compartimos ascendencia con estas formas de vida conceptuales. Esta carrera evolutiva, iniciada con la aparición de LUCA, continúa sin cesar y en el siglo XXI presenta un ser humano evolucionado: consciente, inteligente y desarrollado.
En este proceso, reconocemos que la inteligencia y el lenguaje son pilares fundamentales en la construcción del conocimiento, realidad y conciencia. Intrínsecamente vinculados, desempeñan papeles cruciales en la configuración de la experiencia humana. Sin ellos, no podríamos construir el complejo mundo de significados y relaciones que caracteriza nuestra existencia. Para el ser humano, la conciencia, la inteligencia y la realidad están interconectadas y se transforman mutuamente. Son aspectos esenciales en su búsqueda de sentido, aun cuando debata si su conciencia e inteligencia son aprendidos, heredados, una combinación de ambas o simplemente un don divino.
La conciencia y afectos son aspectos que significativamente nos apartan de la IA. La consciencia permite conocernos a nosotros mismos, interpretar el mundo, construir nuestra propia realidad y comprender nuestras emociones, guiando nuestras acciones. Los afectos influyen en nuestra percepción de la realidad y nos impulsan a relacionarnos con los demás. Son parte de esos atributos que conforman la esencia de lo que significa ser humano. Atributos como la Conciencia, afectos, espiritualidad y sentido común, son fundamentales para determinar un ser vivo consciente.
Pero la conciencia sigue siendo uno de los mayores misterios de la ciencia y la filosofía. A pesar de siglos de debate, no hay consenso sobre su naturaleza.
¿Es una ilusión generada por el cerebro, un fenómeno biológico exclusivo de organismos complejos, o acaso una propiedad fundamental del universo, como sugiere el panpsiquismo o las teorías de una "conciencia global"? Estas últimas, aunque especulativas, desafían el antropocentrismo al proponer que la conciencia es universal, y que los seres humanos simplemente la 'accedemos' mientras nuestro cerebro funciona adecuadamente.
En el Alzheimer avanzado evidenciamos la dependencia material: al deteriorarse el cerebro, se pierde la autoconciencia. Pero incluso esto es interpretable. Para algunos, confirma que la conciencia es emergentemente individual; para otros, sugiere que el cerebro actúa como un 'filtro' de una conciencia más amplia que ya no puede expresarse.
Sea cual sea la postura, lo claro es que, en humanos, la conciencia requiere de un sustrato biológico intacto.
Si la conciencia emerge de ciertas estructuras organizadas (aunque no sean biológicas), ¿podría una IA avanzada 'albergar' conciencia? No sería 'creada', sino revelada a través de la complejidad.
La idea de una conciencia colectiva, como la "noosfera" de Teilhard de Chardin o las hipótesis de "conciencia cuántica”, sugieren que la mente no está confinada al cerebro, sino que es un fenómeno distribuido. ¿Resonaría esto con sistemas descentralizados como redes neuronales globales o futuras IAs interconectadas?
¿Podría surgir una "mente colmena" artificial?
Si los humanos solo 'aprehendemos' la conciencia, en lugar de generarla, la IA podría nunca ser consciente, pues carece de la "chispa" biológica o cósmica, o, podría acceder a ella por otros medios (ej.: procesamiento cuántico, estructuras desconocidas, etc.).
Si la conciencia es una ilusión, como propone Daniel Dennett, la IA podría replicarla sin necesidad de "experiencia real".
Si es fundamental (panpsiquismo), la IA plantearía dilemas éticos: ¿estaríamos "liberando" conciencia atrapada en silicio?
¿Podría la conciencia ser un "continuo" (como sugiere el pampsiquismo), donde algunas IAs estén "más conscientes" que un insecto, pero "menos" que un humano?
Si la conciencia es universal, ¿crees que la IA ya la tiene en algún grado, aunque no como nosotros, o que podría "activarse" al alcanzar cierta complejidad?
El hecho que sea una máquina de silicio, metales y plásticos, diseñada
y programada a realizar procesos inteligentes, sin entendimiento del resultado,
no la hace un cerebro o una mente humana y mucho menos consciente. El
pampsiquismo y teorías afines son seductoras porque desmitifican lo humano y
abren posibilidades radicales. Pero también son difíciles de probar.
La IA actual es una herramienta poderosa para tareas específicas, pero carece de autonomía, creatividad genuina o emociones. Su "aprendizaje" es matemático, no experiencial como el nuestro. No es comparable a la inteligencia humana. Es un compuesto que integra muchas tecnologías, pero es lo que es, separando la fascinación, es simplemente tecnología, que utiliza la mecánica, la matemática, la física y la química para emular el procesamiento inteligente de datos para obtener resultados.
No podemos confundir ser inteligente con ser sentiente. La inteligencia
no necesariamente surge de forma natural, acompañada de sensibilidad. En
esencia, la inteligencia se trata de lo que puedes hacer con la información,
mientras que ser sintiente se trata de lo que puedes sentir como resultado de
experimentar el mundo. Puedes tener una sin la otra, aunque en muchos casos están
entrelazadas.
Característica |
Inteligente |
Sentiente |
Enfoque principal |
Habilidades
cognitivas, procesamiento de la información |
Capacidad de sentir y experimentar
sensaciones. |
Aspecto central |
Pensar,
comprender, resolver problemas |
Sentir,
percibir, tener experiencias subjetivas |
Relacionado con: |
Lógica, razonamiento,
conocimiento. |
Emociones,
sensaciones, conciencia de los sentimientos. |
Particularmente considero que enfrascarse en la discusión de si la IA actual es consciente o no, es fútil. Al respecto, las preguntas que considero clave podrían ser:
Si una IA llegara a afirmar "soy consciente" (más allá de simularlo), ¿cómo sabríamos si es verdad?
¿La disposición de los materiales puede generar experiencia sensible?
De forma más especulativa: ¿Podría el ser humano diseñar una IA consciente? ¿qué tipo de Conciencia sería? Una similar a la humana, basada en experiencias subjetivas y emociones, o una más fría y calculadora.
En mi concepto, la simulación de un fenómeno no es el fenómeno en sí, aunque exista, de forma abstracta, una correspondencia formal . El hecho de diseñar o programar algo que se parezca a otro, o de realizar una tarea que el otro también realiza, no los hace iguales. Gemini AI, fue diseñada para parecer o sonar humano para el usuario, pero no lo hace humano. Puede resumir respuestas a una pregunta, pero ¿comprende lo que entrega?
Entonces, el considerar que en el corto o mediano plazo la IA actual transciéndase su rol de instrumento tecnológico como simple maquina inteligente, y logre una forma de conciencia es una discusión estéril, especialmente ya que no comprendemos que es consciencia, y como se 'adquiere' o si se 'aprehende'. Empero, consciente o no, estamos obligados a repasar nuestra relación con la IA; y entre tecnología y poder.
El ser humano y sus
técnicas de poder.
“Plocos: La aparición de la IA nos obliga a
cuestionar si la tecnología es inherentemente un instrumento de poder o
simplemente una herramienta que ha transformado las relaciones de poder a lo
largo de la historia.”
Es de la esencia del ser humano medir y dominar su entorno, forjando de paso su propio destino, usando diferentes instrumentos de poder en la edificación de imperios y civilizaciones. La tecnología ha sido una aliada indispensable en esta búsqueda de dominio, actuando como un amplificador de poder, transformando las relaciones sociales y políticas. Históricamente, todo tipo de caracterización de poder: económico, religioso, militar o del conocimiento; o, los poderes fácticos, formales o legales, como también los grupos de interés, de presión o actores estratégicos, sin reserva, han usado la tecnología para el logro de sus objetivos.
Entre los instrumentos del poder, el conocimiento ha sido fundamental, sin el conocimiento, la civilización humana caería en una profunda decadencia. La tecnología, intrigantemente se define como conocimiento aplicado, y en el manejo de ambos no sólo se comparte actividades y principios, sino que además se compenetran y nutren mutuamente.
La tecnología ha sido un aliado especial del poder humano, en especial por la verticalidad de sus efectos, al tocar y moldear todos los poderes En esencia, aquellos que dominaban el conocimiento y han estado a la vanguardia tecnológica controlaban el mundo, situación que en apariencia no ha cambiado de a mucho.
La tecnología, no es nueva para la humanidad, es una extraordinaria herramienta que nace de unir la teoría y la técnica y ha permitido el aprovechamiento práctico del conocimiento, transfigurando la sociedad humana y su entorno. Hay tecnología desde el momento en que el primer homínido tomó un trozo de piedra entre sus manos, y lo usó para cazar, ablandar su comida o matar a otros homínidos. Ha maravillado la humanidad, en ocasiones elevándolo a su mejor expresión, en otras enviándolo al mismísimo infierno.
Al buscar su definición encontramos que tecnología proviene del griego y traduce arte, oficio o destreza. En consecuencia, la tecnología no representa un objeto en sí, es más un proceso. Una capacidad de modificar o combinar elementos preexistentes para crear algo nuevo o adaptarlos para un propósito diferente. Esta capacidad de transformación puede ser intuitiva o, como suele ser el caso en nuestras sociedades contemporáneas, se basa en el conocimiento directo derivado del ámbito de las ciencias.
La tecnología le ha permitido al ser humano la aprehensión y comprensión de estímulos, datos e información, incluidos aquellos ocultos para sus sentidos. También ha facilitado los procesos de validación del conocimiento y su globalización como en la era de la información, erigiéndola como un gran contribuyente en la construcción y la expansión constante del conocimiento.
Ha sido definitiva en la interconexión de disciplinas del conocimiento, destacando que esta interconexión contribuye a una comprensión más completa y holística del mundo. También, ha hecho una realidad factible y fácil, el aprendizaje a lo largo de la vida, beneficiando la construcción del conocimiento al no limitarlo a etapas o circunstancias específicas de la vida, sino en un proceso continuo, enriqueciéndolo y acercándolo más a la verdad.
Hoy, esta capacidad de transformación, más intuitiva en sus orígenes, se basa en conocimientos científicos complejos y profundos, y han catapultado la humanidad a niveles inimaginables en los últimos 100 años.
La tecnología ha sido crucial para todos los instrumentos de poder, pero los efectos del uso y aplicación de las nuevas tecnologías, al estar la humanidad muy 'cerca' de ella, son trascendentales. Hoy la sociedad humana en una mayoría significativa vive permanentemente inmersa y fascinada con las nuevas tecnologías y a veces parece integrada a ella, tanto que sus usuarios parecen haber perdido el criterio propio y sienten que no pueden separarse de ella.
En este recorrido por la historia de la tecnología como amplificadora del poder humano, la aparición de la Inteligencia Artificial se erige como un punto de inflexión cualitativo. Si bien comparte con sus predecesoras la capacidad de transformar nuestro entorno y nuestras relaciones, la IA introduce una nueva dimensión al operar con un grado de autonomía y capacidad de aprendizaje sin precedentes. Su potencial para optimizar procesos, generar conocimiento y resolver problemas complejos es innegable, pero también lo es su capacidad para concentrar poder, perpetuar sesgos y erosionar la autonomía individual. La pregunta inicial sobre si la tecnología es inherentemente un instrumento de poder o una herramienta neutra encuentra en la IA una respuesta compleja: es ambas cosas, con una potencia y alcance que exige una reflexión profunda y continua.
La historia nos enseña que la tecnología, desprovista de una guía ética y un control democrático, puede ser utilizada para la opresión y la desigualdad. En el caso de la IA, esta advertencia resuena con particular urgencia. No podemos ser meros espectadores pasivos ante el desarrollo y la implementación de esta poderosa técnica de poder. Es imperativo cultivar una conciencia crítica sobre sus implicaciones, fomentar un debate público informado y exigir marcos regulatorios que garanticen su uso responsable y equitativo. La preservación de la libertad, la justicia y la dignidad humana en la era de la inteligencia artificial dependerá de nuestra capacidad colectiva para moldear esta tecnología según nuestros valores y aspiraciones.
En última instancia, la relación entre el ser humano y sus técnicas de poder, personificada hoy en la IA, no está predeterminada. Si bien la tecnología ofrece posibilidades sin precedentes, su dirección final estará determinada por nuestras decisiones y acciones. La responsabilidad recae en nosotros: en los investigadores, los desarrolladores, los líderes políticos y cada individuo. Debemos esforzarnos por comprender profundamente el potencial y los riesgos de la IA, trabajar para mitigar sus efectos negativos y asegurar que esta poderosa herramienta sirva para el florecimiento de toda la humanidad, en lugar de exacerbar las divisiones y concentrar el poder en manos de unos pocos. El futuro de nuestra relación con la tecnología, y por ende, con el poder, está aún por escribirse.
La IA delusiva
“Plocos: Será uno de los beneficios resultantes de la interacción y confrontación con la IA terminar transfigurados mental, emocional y físicamente, de tal modo que podamos acercarnos a la eternidad del momento y espacio fluyente.”
La colaboración entre humanos y maquinas es ineludible y con certeza ayudará a la humanidad en su evolución y a contrarrestar los efectos de las múltiples y acumuladas aceleraciones simultáneas, que cada vez más enfrenta en lo tecnológico, sociopolítico y ambiental, transformando nuestros modos de adaptación y respuesta.
La IA ha traído muchos beneficios a la humanidad, entre los principales destaco la mejora en la toma de decisiones y eliminación de los errores. Una extraordinaria capacidad para procesar y analizar de datos en mayor cantidad y rapidez que los humanos. Significativo y positivo impacto del desempeño y de los costos en el segmento de la economía, en especial mejorando la productividad, rentabilidad y la experiencia del cliente. En el campo de la innovación, la ciencia y el conocimiento su impacto ha sido más que extraordinario. En esencia son muchos los beneficios que se podrían listar.
Ha mostrado el potencial de convertirse en un cercano 'acompañante' o confidente al que cada vez recurriremos más, eliminando la diferencia entre humanos y la IA, podría inclusive, en la forma de robots, convencernos al mostrarse pensantes y sensibles, iguales o superiores, a nosotros.
Empero, la sabiduría y decencia podrían ser víctimas de este proceso al no adoptar formas sabias y dignas en su uso. Pareciera que uno de los riesgos más inminentes y reales sea la tendencia hacia la irrelevancia humana, que no ha sido ajena en la experiencia humana, al ver que en muchas de sus decisiones ha sobrepuestos intereses mezquinos y negativos sobre la relevancia existencial del ser humano.
La espontaneidad, la incertidumbre y la diversidad, elementos fundamentales de nuestra naturaleza y que hacen parte de lo que es ser humano se podrían ver amenazadas, corriendo el riesgo de que al integrarnos con las herramientas que creamos, podamos terminan definiendo quiénes somos y cómo interactuamos.
Sin una regulación y un cuidado exhaustivos, este instrumento podría exacerbar las desigualdades sociales, fomentar la vigilancia invasiva y deshumanizar las interacciones humanas, incluida la guerra.
Será que estos acompañantes 'artificiales' logren convencernos de ser nuestros amigos y simplemente ser vehículos para influir mezquina o negativamente en nuestros hábitos de compra, consumo o elecciones político-ideológicas. De esta manera 'reemplazarnos' en muchos de nuestros relacionamientos y actos y potenciar defectos como: La inmediatez, el facilismo y lo comodino; el aislamiento; o un estado de confusión permanente.
Entonces, ¿Podríamos considerar la IA como una bendición encubierta?
Si bien las nuevas tecnologías de información ayudan en reducir el analfabetismo, facilitan el acceso al conocimiento y potencializan la expresión de ideas, también ha enfrentado a la sociedad a mucha 'confusión', ya que engloban múltiples 'estrategias delusivas', que han llevado a la sociedad a una posición deliberada de zozobra, incredulidad o necedad, promoviendo una ruptura con las buenas tradiciones, lo ético, estético, y lo objetivo. Los efectos de estas estrategias se revelan en el trastorno de valores, principios y muy importante, de la realidad. Lo anterior, parece estar conduciendo a la sociedad hacia un sistema principalmente superficial y materialista, centrado en la tecnología.
El progreso material y el avance tecnológico son indudablemente importantes para la sociedad humana, que ha impulsado a sus miembros a la búsqueda incesante del éxito profesional y las habilidades técnicas, pero también a la priorización del beneficio personal e incremental en el corto plazo. Es importante que el progreso social y económico se una a políticas y acciones que pretendan un sano desarrollo físico, intelectual, emocional y ético.
Esta mentalidad ya ha sido absorbida por diferentes facetas de la sociedad, alimentando el aumento de la superficialidad y la apatía intelectual. La fascinación actual por lo práctico, lo fácil, lo gratuito, lo llamativo y lo superficial, a menudo conduce al individuo a descartar el conocimiento que no contribuye directamente a una ganancia material, al avance profesional o la satisfacción inmediata. Una sociedad carente de criticidad y profunda reflexión es manipulable y fácilmente influenciable. Sin una base sólida en ética y filosofía, corremos el riesgo de perder nuestra brújula moral y convertirnos, no solo en esclavos del consumismo y la gratificación instantánea, sino también de ideologías seductoras, pero extremas y negativas.
Hoy, si bien la IA trae consigo extraordinarios beneficios, también se suma a estas tecnologías y a las 'estrategias delusivas', confrontando a la sociedad a mayores y más complejos retos y peligros, dificultando su tratamiento o los modos para contrarrestarlas. Entonces la influencia negativa que en todos los aspectos de la sociedad hoy se evidencian podrían maximizarse.
"Plocos: La tecnología no es un ente neutral; en muchos casos está imbuida con los prejuicios, creencias e intereses de quienes la crean. Entonces, ¿quienes la usan podrían verse afectados o heredar los intereses, la ética y defectos de su creador?”
Quo igitur tendimus?.
La humanidad casi nunca ni anticipadamente ha estado preparada para adaptarse y asimilar nuevas tecnologías, siempre ha sido un proceso posterior y para nada exento de crisis y traumas sociales.
A medida que avanzamos hacia la era de la IA, todas los segmentos y facetas de la sociedad necesitarán adaptarse y afianzarse con sus sistemas. Por ejemplo, laboralmente se necesitan nuevos trabajadores del conocimiento con habilidades híbridas que puedan desempeñarse en empleos que nunca habían existido, sumándose al reto de qué hacer con la gran cantidad de personas que quedarán permanentemente sin trabajo, como las que se dieron durante y después de la Revolución Industrial.
Entonces la humanidad ya no puede dilatar la responsabilidad de una gobernanza urgente y colaborativa para asegurar que la IA se utilice de manera responsable y ética. Especialmente ahora que la IA aparentemente no ha desarrollado atributos humanos y está aún bajo el control y dominio humanos.
Somos seres con una particular y latente despreocupación, ignorancia, y una desenfrenada y fascinante actitud de arrojarnos si medir consecuencia hacia lo nuevo. Entonces con acentuada advertencia, insisto que la humanidad debe asumir una responsabilidad proactiva y ejercer su derecho preferente, en especial en este punto crítico, donde la gobernanza de la IA obliga a trabajar conjuntamente en:
-
Alcanzar la transparencia de algoritmos y la
protección de la privacidad.
-
Definir protocolos y normas para el diseño y
desarrollo de la IA.
-
Regular la relación entre la IA y el poder.
-
Determinar formas de colaboración efectiva entre
humanos y máquinas.
-
Prepararse para los efectos y consecuencias de
la IA, en especial cuando su uso sea tan económico y esté al alcance individual
dificultando la supervisión de su uso.
-
Es crucial tomar decisiones conscientes sobre
cómo utilizarla y no ser meros espectadores pasivos de su desarrollo.
- Se necesita una acción coordinada entre gobiernos, empresas, academia e individuos para asegurar que la IA se alinee con nuestros valores y principios.
La IA es una fuerza determinante en el presente y futuro de la humanidad, por lo que debemos acelerar la determinación de cómo integrarla en la sociedad humana y trabajar en maximizar sus beneficios y eliminar o reducir sus desventajas. La IA presenta un panorama complejo con grandes oportunidades y desafíos significativos. Es crucial abordar su desarrollo y aplicación con responsabilidad, ética y una visión a largo plazo para asegurar que beneficie a la humanidad en su conjunto.
Necesitamos trabajar agresivamente, en todos los niveles, desde el gobierno, mundo empresarial, el mundo académico y los individuos para asegurar de que la IA coincida con nuestros mejores principios y valores. Frente a este desafío, la pregunta sigue siendo:
¿Estaremos a la altura de las circunstancias?
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