En el origen de grandes empresas encontramos ideas innovadoras. Estas ideas son el punto de partida para sorprender y desafíar el mercado.
La planeación otorga estructura a la idea, que juntamente con metas
concretas y realizables, y el delinear de acciones eficaces y optimización en el uso de los recursos
disponibles, la ayudan a su realidad.
La estrategia, por su parte, se erige como el pilar fundamental en la búsqueda del éxito y la madurez empresarial. No solo traza el camino para alcanzar objetivos a largo plazo, también ayuda a forjar una distintiva identidad de la empresa en un mercado competitivo. Aquí es donde la actitud, la creatividad y la innovación se entrelazan para marcar la diferencia.
Es imperativo que toda empresa acepte, activa y con enfoque resolutivo, la naturaleza incierta y dinámica de su entorno. Su sostenibilidad se ancla en que la adaptación se convierta en una necesidad constante, exigiendo criticidad y evaluaciones periódicas, tanto de la empresa en sí como del contexto en el que opera, con el fin de obtener la flexibilidad y mejora continua necesaria para evolucionar e incluso transformar la idea original o el modelo de negocio a medida que cambian las circunstancias.
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