Ya fue y pensó seguro no había
manera de revertirlo, presintiendo que de ninguna manera evitaría transitar entre
las sombras de sus consecuencias.
Y en su imaginar intentaba ver luz con la ilusa idea de alumbrar ese camino y despejar las oscuridades que encontraría en su andar.
Pero en esas furiosas calles sabía
que no lograría encenderla.
Cabizbajo y ensimismado no quería enfrentar las consecuencias,
aunque éstas lo mirában de frente.
Seguía intentando buscar un refugio
donde encender esa luz, la que seguro lo salvaría, borrando todo lo acontecido y
dejando abierta la oportunidad para reescribir su historia.
De repente vio un callejón iluminado y él transido pero afanado, corrió hasta adentrarse en el y al sentirse impregnado de la luz se detuvo y miro a su alderredor, pero no sintió la tranquilidad que anhelaba.
La luz no calentaba y no proyectaba sombras.
Atribulado miro hacia donde ingresó y asustado vio como la oscuridad se le acercaba lentamente, y ansioso corrió hacia donde aún se veía iluminado pero la oscuridad rápidamente lo englobó, y él se entregó, y de repente y sin esperarlo, se sintió en paz total y ya no temió , ya que al aceptarla encontró su luz.
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