Where would you be now?
Without love….
Won't you keep on movin'….?”
¿Dónde estarías ahora?
Sin amor….
¿No seguirás …?”
Canción: "Long Train Runnin'" de 1973 album: 'The Captain and Me.'
The Doobie Brothers
La ciencia es experta en
responder al 'porqué' causal (el origen de los fenómenos) y al 'cómo' (sus
mecanismos). Incluso puede describir un 'para qué' funcional y biológico: la
vida existe para replicarse. El verdadero enredo es el 'para qué'
trascendental: ¿existe un propósito más allá de la simple maquinaria biológica?
Territorio de la filosofía, la religión y el arte, que no 'explican' en el
sentido científico, sino que 'interpretan'.
Nos hemos convertido en
expertos en disolver lo transcendental en un cómo, convirtiendo un misterio en
un problema y generando la pregunta: ¿Al convertir un porqué en un cómo,
perdemos una capa de misterio, y quizás de significado? Los problemas tienen
solución (el cómo y el porqué causal), pero los misterios solo pueden ser
contemplados (el para qué trascendental). La angustia humana nace cuando
tratamos el misterio de nuestra existencia como si fuera un problema que la
razón debe resolver.
Propongo explorar la idea de la
'hipótesis del propósito que aburre', que se construye alrededor de la idea de
que la Vida, como entidad, tiene un propósito, pero que este es tan
fundamentalmente simple y biológico que a la conciencia humana le resulta 'poco',
aburrido o incluso detestable.
Desde una estricta visión
científica/biológica, la vida es un sistema químico que busca perpetuarse. Su
propósito, implacable y sin sentimientos, sería: sobrevivir/evolucionar/expandirse. Esta visión riñe con la existencial/humanista
que describe al ser humano buscando amor, verdad, belleza, justicia, legado.
La hipótesis argumenta que
somos, en efecto, productos de la Vida, somos sus agentes, colocándonos en una
posición extraña y un tanto dramática.
Entonces nos determina como hijos pródigos, creados con un cerebro lo
suficientemente complejo como para ejecutar su plan de manera más eficiente,
pero este mismo cerebro desarrolló la autoconciencia y empezó a hacerse
preguntas que van en contra del plan original. ¿Por qué debo solo sobrevivir?
¿No hay algo más?. Así, nuestra búsqueda de propósito es una rebelión contra el
propósito de la Vida. Si el gran plan cósmico para nosotros es simplemente ser
vasijas eficientes para que el ADN se replique y se extienda por el universo,
entonces, nos inventamos otro propósito porque el original, el real, nos parece
insuficiente, una tarea más que una vocación.
Esta aparente contradicción nos
abre a debates fascinantes que exploraremos más adelante. Por ejemplo, ¿son
nuestros anhelos más nobles, el arte, la ética, el amor, una verdadera rebelión
contra el mandato biológico, o son, como argumentaría la sociobiología,
sofisticaciones del plan original, herramientas adaptativas para una especie
social? ¿Es nuestra búsqueda de lo trascendental una fuga de ese aburrimiento
fundamental, un vuelco hacia los grandes misterios metafísicos porque la tarea
biológica nos queda pequeña?
Esta hipótesis, sea una simple
tontería o candidata para que la ciencia la desmenuce, contiene un valor
concluyente, sugiriendo que quizás no seamos tanto "arquitectos de nuestro
significado desde cero", como sugiere el existencialismo puro, sino más
bien "arquitectos de una rebelión con sentido". No partimos de una
hoja en blanco. Partimos de un lienzo ya ocupado por el imperativo biológico de
la Vida. Nuestra obra de arte no es crear algo de la nada, sino pintar encima
de esa instrucción fundamental, transformarla, darle nuevos colores y
significados que la instrucción original nunca contempló.
¿Nos hemos vuelto demasiado
complejos para una tarea tan simple?
Quizás ahí reside la verdadera dignidad humana: no en ser los ejecutores ciegos de un plan cósmico de supervivencia, ni en flotar sin rumbo en un vacío de significado, sino en estar en esa encrucijada. En reconocer el "propósito que aburre" y, con plena conciencia, elegir construir catedrales, escribir poemas y preguntarnos, como hizo Hamlet: “ser o no ser”."
En Colombia seguimos pintando un cuadro crudo y doloroso de
una dinámica que nos ha marcado por generaciones:
(Consenso/confrontación/conflagración/destrucción).
Una sociedad que oscila violentamente entre el intento de
ceder y la confrontación inmediata, sin dar espacio a que algo eche raíces. La
paz se convierte en un eslogan cambiante con cada gobierno, y su ausencia sigue
siendo la herida abierta en el país y el alma nacional.
Acá no se pacifica (alcanzar de verdad la paz), se
paz-ifica.
En el escenario político, el Centro sigue desunido y
disperso. Aunque una mayoría de electores reconoce que hay candidatos “ideales”,
su estrategia de “centrarse” los invisibiliza, los hace ver como “tibios” o soberbios.
Podríamos especular que su fracaso no es por falta de
opciones viables ni por ignorancia del electorado. Es cocreado, y se juntan el
fallo masivo de acción colectiva y una estrategia errada.
Los electores parece que aplican una impotencia aprendida.
Reconocen lo ideal, pero el miedo, la desilusión y la desesperanza los
paralizan. No es que no quieran, es que no "creen" que sea posible.
Este más un diagnóstico psicológico, no solo político.
Por el lado de los candidatos, no es solo soberbia, es una
mezcla de incompetencia estratégica y rigidez de principios. El "temor a
perder sus valores" les da una trágica nobleza a su fracaso. Son incapaces
de adaptar sus estrategias, en parte, porque temen corromperse, ser percibidos
como corruptos o no les da para cambiarla.
Adicionalmente, como si fueran “malos perdedores”, se
resisten a consensuar y eligen la "sabrosa posición del no
voto": esa renuncia a la participación, que en la práctica se
convierte en una cesión de poder a los extremos, perpetuando el ciclo que
debemos eludir.
De repente, por esto, en Colombia, los “outsiders” han
optado por visibilizarse polarizando su posición, eludiendo el “centrarse”. Esto
hace pertinente preguntarse si el colombiano prefiere la política sensata o la visceral.
Es ciego ante, o le aburre, lo ideal, lo equilibrado, lo crítico, lo
estructurado, lo profesional, y prefiere la política de “Niña Tulia” de “petril
a petril”. Por lo que el candidato que descubra la respuesta a la pregunta de si
en Colombia ¿La cultura creó el sistema político o el sistema político moldeó
la cultura cívica? Tiene altas probabilidades de ganar.
Debo precisar que si bien esto de ser “malos perdedores”
podría considerarse un factor real que justifica la polarización, lo veo
más como un síntoma de divisiones estructurales no resueltas: la corrupción, la
inseguridad, el problema de la tierra, la desigualdad abismal, la impunidad y
las distintas visiones sobre la memoria histórica del conflicto, etc. Aspectos
que asustan y conducen a cualquiera a correr despavorido, sin mirar donde y cayendo
en caminos errados.
La realidad es que en el país se enaltece y fortalece la
polarización, esa ausencia de equilibrio activo, que es quizás uno de los nudos
más difíciles de desatar y donde el debate se anula. Solo queda el
atrincheramiento y la construcción de cualquier buen proyecto común se vuelve
imposible. De repente, se afinca la idea de que “forzar un equilibrio"
entre las élites políticas, sin abordar las fracturas sociales de fondo, podría
crear una paz. La que consideraría "superficial", porque ignora
las causas reales del descontento y la violencia.
Paradójica o intencionalmente, los polos, al llegar al
poder, “forzan” el equilibrio, cómo en la sabana africana, donde la
supervivencia es la única ley. Donde el equilibrio no es un pacto social por el
bien común; es un equilibrio de poder basado en el miedo mutuo y la
optimización de su supervivencia. Es un "modus vivendi" tenso, no una
coexistencia pacífica y colaborativa, donde los depredadores más antagónicos
(leones y hienas) encuentren una forma de coexistencia para que el ecosistema
no colapse.
La pregunta crítica y que no tiene respuesta, aún, es: ¿Es
ese el modelo en el que debe continuar Colombia? Es decir, un simple cese
de hostilidades donde los actores poderosos se mantienen a raya por miedo, pero
donde no se logra una gobernanza decente, eficiente y eficaz, con políticas y
acciones que conduzcan a la efectiva aplicación de justicia, alcancen la
prosperidad integral, logren la PAZ y tutelen la dignidad del ciudadano. Hoy ni
siquiera se ha logrado estructurar un proyecto compartido.
Ya el ciego se largó a España, ganándole al 53% de los jóvenes colombianos, que, según última encuesta, quieren irse a como dé lugar. Por eso no tenemos quién nos diga como amanecerá.
Ploco:“Intrigantemente soy y constantemente lucho contra la comunalidad y la comunalía, pero también las anhelo.”
Ploco: Y aún inmersos en la eternidad del momento y del espacio
fluyente, no lo aprehendemos. ¿El ser humano no es si transciende las
dualidades, dimensiones e ilusiones?
“Ciudad sana y funcional: Ente vivo con identidad propia y donde el individuo interactúa y enlaza decentemente con la realidad. Donde el objeto y el sujeto se asimilan y se despeja la tensión social: entonces la estructura y la agencia se constituyen mutuamente en un proceso virtuoso, continuo y fluido."
La Cartagenidad que vivimos actualmente es la herencia que dejaremos. Si no nos esforzamos por comprenderla y transformarla, no podremos garantizarles a nuestros hijos, una de talante más Virtuosista. Sigue el Enlace a la composición.
Vivir sabroso (Disfrute pasivo), es un anhelo general: quién
no quiere disfrutar la vida. Si me preguntan prefiero la bonitura (Creación activa),
el acto de crear, de construir, de aportar belleza al mundo. No es el disfrute
final, sino el proceso creativo y la satisfacción que proviene de pensar y
hacer algo que luego será disfrutado por otros o por uno mismo. Creo que viviría
mejor en una "bonita sabrosura", que no se trata de elegir entre
crear y disfrutar, sino de integrar. Es encontrar el placer no solo en la vida
como viene, sino también en la contribución personal, en el acto de construir y
aportar. Es el goce que se siente al disfrutar de aquello en lo que has puesto
tu propio esfuerzo y creatividad. Lo ideal es remontar la actitud de mero
consumidor de la vida para convertirse en un cocreador activo de la misma,
encontrando un placer más profundo y significativo en el equilibrio entre dar y
recibir, entre construir y gozar.
“Ploco: Sí, dormir/despertar es una de las dualidades primordiales de nuestra experiencia de vida, entonces, (dormir/soñar)/(despertar/existir) sería el proceso rítmico fundamental de la conciencia. Uno de los ciclos cruciales en el cuento existencial. La pulsación entre nuestro mundo interior y el mundo exterior. El Diástole y Sístole del Alma. Al dormir soñamos y representamos fantásticamente, nuestros deseos, temores y cuestiones; para luego despertar y correr a realizarlos o resolverlos. Nuestra diaria existencia pendula entre dormir y despertar, y en cada viraje, intentamos ese realizar o resolver. Pero casi siempre, aun despiertos, pareciera que percibimos una inmutable realidad. Pero sin importar si se transforma o no, en cada intrincación de ensueños y despertar, la verdad se va lentamente revelando. ¿Se sueña sinsentido, para despertar sin destino?”
La relación (dormir/soñar) / (despertar/existir) es un proceso rítmico fundamental de la conciencia. Como dice el Ploco, "Diástole y Sístole del Alma". Una pulsación vital entre nuestro mundo interior (los sueños, deseos, temores) y el mundo exterior (la acción, la resolución). En muchas ocasiones, soñamos para procesar y representar, y luego despertamos para actuar sobre lo que hemos procesado o para resolver las cuestiones que surgen de ello.
Pero, siempre nos encontramos en medio del mismo berenjenal: a pesar de esta oscilación constante y la búsqueda de realización o resolución, "casi siempre, aun despiertos, pareciera que percibimos una inmutable realidad". Esto nos lleva de nuevo a la tensión entre lo estático y lo dinámico. ¿Cómo es que, a través de un ciclo tan dinámico como el sueño y la vigilia, seguimos percibiendo una realidad inmutable?
Empero, a pesar de la aparente inmutabilidad de la realidad, la "verdad se va lentamente revelando" en cada intrincación de ensueños y despertar. Esto sugiere un proceso continuo de descubrimiento y adaptación, donde el propósito quizás no esté preestablecido, sino que se construye a través de este ritmo existencial.
Entonces: "¿Se sueña sinsentido, para despertar sin destino?"
¿Será que todo este ciclo rítmico, esta incesante pulsación entre mundos, carezca de un propósito o dirección inherente?
¿Son los sueños meras descargas aleatorias del cerebro sin significado
profundo ("sinsentido"), o tienen un propósito intrínseco en la
construcción de nuestra realidad y nuestra psique? En los sueños
"representamos fantásticamente, nuestros deseos, temores y
cuestiones". Si esto es así, el sueño no es sinsentido, sino una forma de
procesamiento vital.
¿Existe un "destino" preestablecido para la vida o la conciencia humana, o nuestra existencia es un fluir constante sin un punto final definido? Si despertamos "sin destino", implicaría que la búsqueda de realización y resolución, aunque constante, podría no conducir a un fin preordenado, sino a una continua adaptación y creación de significado.
¿Existe una relación entre el contenido de nuestros sueños y la dirección de nuestra vida? Si el soñar es caótico, ¿se traduce esa falta de orden en una vida sin rumbo? O, por el contrario, ¿la aparente falta de sentido en el sueño permite una mayor libertad para forjar nuestro propio destino al despertar?
Finalmente nos preguntamos:
¿Existe un gran diseño o propósito universal?
o,
¿El valor de la existencia reside más en el propio proceso rítmico de experimentar, soñar y actuar, que en alcanzar un destino predefinido?
Tal vez la respuesta está en la canción “Dormir Soñando” del grupo musical mexicano El Gran Silencio, cuyo coro dice: “…Duerme soñando, con tus ojos tan plenos despiertos, con tu corazón lleno y radiante, alucinante, tan lleno de amor. La vida, la vida, la vida que es la vida en tratar de entenderla se nos va la propia vida…”
Duerme soñando!
El día de la marmota (GroundhogDay), muy divertida y amena película, que además, trajo consigo una enseñanza emocional y filosófica, sintetizada en la transformación de su protagonista, Phil Connors (actuado por Bill Murray), que, desde un nihilismo egocéntrico, se deslizó hacia una vida plena de sentido a través del amor, el servicio y la apreciación del presente.
Su trama gira en torno al presentador de televisión (Phil Connors), que aparentemente ha llevado una vida infeliz y vacía. Un día llega a un pueblo a cubrir un reportaje sobre el anualmente famoso Día de la Marmota. Ese día, al terminar su reportaje, cuando se preparaba con su equipo para regresar a su casa, anuncian una fuerte tormenta que lo obliga a dormir esa noche en el pueblo, y es cuando se ve inmerso en un bucle temporal: despertándose siempre en el mismo ayer.
La película finaliza
con su protagonista, que al aprehender un nuevo estilo de vida,
finalmente se libera de esa trampa temporal, liberándose del bucle
temporal y despertando al día siguiente, transformado en una persona enamorada y
con una nueva y positiva actitud. Es decir, en modo feliz para ver y vivir su vida.
Las etapas del duelo (o del Bucle y posterior transformación) se desarrollan en fases graduales, por las que pasa el protagonista:
Confusión y Negación: Los primeros días, cuando no entiende qué pasa.
Euforia y Hedonismo: Cuando se da cuenta de que no hay consecuencias y puede hacer lo que quiera.
Ira y Desesperación: La etapa de la frustración, el nihilismo y los intentos de suicidio, al ver que no puede escapar.
Aceptación y Experimentación: El punto de inflexión. Acepta su realidad y decide usar el tiempo para aprender (piano, escultura, idiomas).
Trascendencia y Servicio: La fase final, donde ya no busca su propio beneficio, sino que usa su conocimiento casi omnisciente del día para ayudar a todos los habitantes del pueblo de forma desinteresada. Es este altruismo genuino el que finalmente rompe el hechizo.
Entonces llega a la realización que:
La felicidad está en el "ser" y no en el "tener" o "llegar a".
El cambio de percepción es la herramienta para transformar su realidad.
Aceptar la finitud es como un impulso para vivir intensamente.
Que el amor y el servicio son el camino final hacia la liberación y la plenitud.
En lugar de
perseguir la felicidad como un objetivo futuro, cayó en cuenta que debe
apreciar, disfrutar y ser feliz en cada momento, incluso en medio de las
dificultades. Su felicidad se encuentra en el vivir, no como un objetivo. De
esa manera convirtió sus días 'malos' en días de bellos momentos, simplemente
cambiando su percepción de ellos y la forma de enfrentarlos. La vida es una
oportunidad para servir, amar, cuidar y valorar la vida misma, incluso en los
momentos más difíciles.
La muerte que al principio le asusta y le afecta intensamente, acaba luego aceptándola, y esto le recuerda que el tiempo es <poco> pero lo convertimos en <mucho>, viviéndolo intensamente y con amor.
Concluye en este breve tiempo que la felicidad no es simplemente una búsqueda, es algo que sentimos (¿una decisión?). Aprende a ver la misma realidad de una manera diferente, convirtiendo días aparentemente repetitivos y aburridos, en oportunidades para crecer, amar y ser feliz.
La película es un campo de conexiones filosóficas y aun cuando este análisis es más intuitivo que epistemológico, me atrevería a nombrar:
Existencialismo: Phil se enfrenta a un universo absurdo y sin sentido (el día que se repite) y se ve forzado a crear su propio significado a través de sus elecciones y acciones.
Estoicismo: Aprende a diferenciar lo que no puede cambiar (el bucle o la muerte) de lo que sí puede (su actitud, sus acciones, su carácter). Encuentra la paz no cambiando el mundo, sino cambiándose a sí mismo.
Amor Fati (Amor al destino) de Nietzsche: Después de odiar su destino, Phil llega a amarlo. Aprende a vivir ese único día de una manera tan perfecta y plena que estaría feliz de repetirlo para siempre. Esa es la verdadera liberación.
Un último aspecto para destacar es la evolución del Amor en la trama. Sentimiento clave.
Al principio, Phil intenta "conquistar" a Rita de forma
egoísta y manipuladora, usando su conocimiento para crear una cita
"perfecta". Fracasa siempre. Solo cuando deja de intentarlo y se
convierte genuinamente en una persona digna de ser amada (alguien amable,
culto, compasivo), Rita se enamora de él de forma natural. El amor no es un
trofeo que se gana, sino una consecuencia de quién eres.
Ploco: "¿Cómo afecta la "cognición extendida" a la manera en que estructuro mi experiencia del mundo? ¿Será que esta capacidad de influir directamente en la "realidad objetiva" (lo que es), altera mi comprensión de la separación entre el "sujeto cognoscente" ('yo'), y el "objeto incognoscible" ('aquello que no se puede conocer')? ¿Dónde termino y dónde empieza el "mundo"? ¿Es la medición un intento fútil de no 'sentirme' sumergido?"
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Aparecemos en el mundo sin libreto y nos zambullimos en su trama sin más guion que el pulso de la vida, y aunque estamos hechos del mismo tejido que el cosmos, del que hacemos parte, nos concebimos Conscientia Aliena (¿una conciencia ajena?), un quiebre entre el ser y el sentirse que se devela en la percepción.
Como recental evolutivo intento absorber el mundo, intrigantemente, percibirlo, discernirlo y conocerlo enfrenta complejas limitaciones. Intento asirlo en su esencia, pero venimos con “cribas” [1] o “prismas” que lo distorsionan o reinterpretan, entonces me veo obligado a 'verlo' a través de mi propia 'realidad', mi Umwelt [2].
Aspiramos o intentamos salvar esas limitaciones con curiosidad crítica, imaginación y búsqueda de sentido, que juntamente con la decantación y refinamiento del saber, nos permiten estilar herramientas y tecnologías que a menudo y activamente se integran en los procesos cognitivos, extendiendo la memoria, capacidad de cálculo y razonamiento.
Diseñamos nuevos 'sentidos' y
herramientas tecnológicas que básicamente expanden el límite de lo perceptible,
permitiéndonos 'sentir' y medir aspectos de la realidad, inherentemente inaccesibles,
desafiando al concepto kantiano de la imposibilidad de aprehensión de la
"cosa en sí". Entonces el
"fenómeno" [3] se amplía, incorporando aspectos antes considerados
incognoscibles, sugiriendo que la frontera entre lo percibido y la "cosa
en sí", es dinámica, y se transforma dependiendo de nuestro avance sapiente
y tecnológico.
Pero la elección de qué medir, cómo medirlo y cómo interpretar esos datos sigue estando mediada por nuestras teorías, marcos conceptuales y, en última instancia, por la estructura de nuestro entendimiento, aunque esté ampliado tecnológicamente, y nos vemos embocados a revisar continuamente las "formas a priori": categorías del entendimiento (sustancia, causalidad, etc.). Condiciones necesarias y universales para cualquier experiencia humana posible.
Hoy, la tecnología no anula la distinción kantiana, la complejiza, mostrando que lo cognoscible (lo que se puede conocer) es relativo a nuestras capacidades, naturales o artificiales de percepción y comprensión. Persiste la idea de lo objetivo (lo real, la "cosa en sí"), como un horizonte muy lejano que escapa a nuestra cognición, ya sea por limitaciones biológicas o por la naturaleza misma de la realidad, aun así, en una estulta osadía, algunos afirman que ya no se 'siente' tan inalcanzable.
La tecnología actúa como una lente poderosa que puede tanto revelar nuevas facetas de la realidad como también plantear preguntas fundamentales sobre los límites y la naturaleza de nuestro conocimiento. En ese intento, no nos gustaría objetivar la realidad, pero con los nuevos modos de medir y registrar fenómenos que ocurren a escalas o en rangos que nuestros sentidos no pueden captar directamente, promovemos una forma de 'objetivar' lo que antes era puramente teórico o inferido.
Nos extiende nuestra cognición.
La teoría de la "cognición extendida" propuesta originalmente por los filósofos Andy Clark y David Chalmers, que sostiene que los procesos cognitivos no se limitan al cerebro o al cuerpo, sino que pueden extenderse hacia el entorno, reestructurando la experiencia del mundo de maneras fundamentales. Dejas de ser un mero espectador que procesa internamente un mundo externo. Tus herramientas y tecnologías no son solo objetos en el mundo; son parte del proceso a través del cual piensas sobre y actúas en el mundo. La experiencia no es "yo aquí, y el mundo allá", sino "Yo (con herramientas/tecnologías) interactuando con el resto del entorno".
Al extender nuestra cognición, la estructura de la experiencia ya no está limitada por la memoria biológica o la capacidad de cálculo mental. El mundo se convierte en una base de datos externa y en un procesador auxiliar, alterando la percepción del tiempo, del espacio y de la propia capacidad cognitiva. Entonces la tecnología es la memoria que te avisa (smartphone); el conocimiento que te indica la mejor ruta a seguir tiempo real (GPS); el saber que te da la respuesta a casi cualquier pregunta en segundos (Google); la IA que procesa lo inabarcable y demasiado complejo para nuestra mente (Gemini AI).
Seguimos alterando de forma radical nuestra experiencia y el flujo de pensamiento ya no es puramente interno. Se compone de bucles que se extienden hacia fuera: tienes una duda, buscas y lees en tu móvil, integras la información y continúas el pensamiento. Ese bucle externo es ahora parte de tu proceso cognitivo, tan integral como una reflexión puramente interna.
La filosofía clásica, especialmente desde Kant, nos ha hablado de la distinción entre el fenómeno (el mundo tal como lo percibimos y estructuramos a través de nuestras categorías mentales) y el noúmeno (la "cosa en sí", la realidad objetiva independiente de nuestra mente, que es fundamentalmente incognoscible). Hoy, tu "yo, consciente" ya no es simplemente el sujeto biológico de Kant. El "sujeto cognoscente" es un híbrido donde lo biológico se 'articula' con lo cibernético y otras tecnologías: Cerebro + cuerpo + smartphone + nube + redes de información+ herramienta/tecnología.
Este "sujeto extendido" tiene un poder sin precedentes para manipular e interpretar el fenómeno. Usamos sensores para "ver" en espectros invisibles (infrarrojo, ultravioleta), usamos IA para encontrar patrones que nuestro cerebro no puede detectar, y usamos la ingeniería para reconfigurar la materia a nivel atómico. Cada vez que una nueva tecnología nos permite medir o interactuar con una parte de la realidad que antes era inaccesible, el velo de lo "incognoscible" retrocede un poco más. La "realidad objetiva" se vuelve menos un "objeto" pasivo y más un sistema con el que nuestro "sujeto extendido" dialoga y al que modifica.
La separación se vuelve menos una muralla y más una membrana permeable. Cuando usas un microscopio de efecto túnel para "ver" [4] átomos, ¿el átomo es el objeto y tú el sujeto? ¿O el sistema (ojo + cerebro + microscopio) se ha acoplado tan íntimamente con el átomo que la distinción pierde sentido en ese contexto? El microscopio se convierte en una extensión de tu percepción, llevando tu subjetividad hasta la escala atómica.
La separación no desaparece, pero se vuelve dinámica, contextual y negociable. Entonces la frontera tradicional de la piel y el cráneo es arbitraria. Una respuesta funcional sería: Terminanos donde termina el acceso fácil, fiable y transparente a la información que usas para pensar. Si tu móvil está en tu bolsillo y lo usas de forma automática y confiable para recordar una cita, en ese momento, funcionalmente, es parte de tu sistema cognitivo. Es "parte" de ti. Si el móvil se queda sin batería o no tienes señal, esa "parte" de ti se ha "dañado" o "desconectado". De repente, la herramienta deja de ser una extensión transparente y se convierte en un "objeto" inerte del mundo, y sientes la pérdida de esa capacidad cognitiva.
Por tanto, tú no eres una entidad con fronteras fijas. Eres un sistema dinámico y reconfigurable. Tu 'yo' se expande y contrae dependiendo de las herramientas con las que te acoplas. El "mundo" empieza justo en el límite de ese acoplamiento funcional.
¿Pero es medir un afán insignificante, que nace del 'sentirnos' sumergidos? No. Es más que un intento fútil, es un intento de gestionar esa inmersión. Imaginate inmerso en una totalidad indiferenciada en la que estás completamente sumergido. No hay arriba ni abajo, ni puntos de referencia. Es la experiencia, pero también aturdimiento. Al medir, 'creas' un mapa, una cuadrícula sobre ese espacio: Lo delimitas, definiendo límites y entonces lo percibes manejable. Lo distancias, posicionándote como el medidor, creando una separación psicológica entre tú y lo medido, facilitando una sensación de control y objetividad, aunque esa objetividad esté construida sobre un sistema humano (las unidades de medida). Y lo 'traduces', llevando su complejidad infinita a un lenguaje simplificado y universal: las matemáticas, que nos permite construir modelos, predecir comportamientos y, en última instancia, sentir que entendemos el mundo en lugar de simplemente "estar en" él.
En conclusión, medir es quizás la herramienta psicológica y cognitiva más poderosa que 'hemos inventado' para no ahogarnos en la inmensidad del ser. Es el intento de construir un dique de "lo conocido" para contener la avalancha de "lo desconocido", una defensa contra ese sentimiento de inmersión total que, si bien puede ser inspirador, también es aterrador.
En este sentido, la cognición extendida nos obliga a abandonar la idea de un 'yo' como una entidad aislada y estática, integrándonos a un sistema híbrido y dinámico, en el que, juntamente con la tecnología y el mundo, medimos y co-creamos constantemente nuestra experiencia de vida y la realidad.
[1] "Cribas" o "prismas", que en
esencia son como las estructuras kantianas que moldean la realidad antes de que
seamos conscientes de ella. A esto, la psicología moderna añade los sesgos
cognitivos: atajos mentales y patrones de pensamiento que distorsionan
sistemáticamente nuestro juicio y, por ende, nuestra percepción de la
"realidad". El dilema humano: somos un fragmento del cosmos que
anhela comprender el todo, pero estamos equipados con herramientas de
percepción que, por su propia naturaleza, nos obligan a 'verlo' a través de la
cerradura de nuestra propia y limitada "realidad".
[2] El biólogo Jakob von Uexküll acuñó el término Umwelt
para describir el "mundo perceptual" único de cada organismo. Una
abeja, por ejemplo, percibe la luz ultravioleta en las flores, que para
nosotros es invisible. Un murciélago "ve" el mundo a través de la
ecolocalización. Su realidad es radicalmente distinta a la nuestra, aunque
habitemos el mismo espacio físico. Nuestro Umwelt humano está definido
por nuestros sentidos. No podemos percibir el mundo como otros seres. El
intento de "asirlo en su esencia" choca de frente con los límites
biológicos de nuestra propia percepción.
[3] Drae: 5. m. Fil.
En la filosofía de Immanuel Kant, lo que es objeto de la experiencia sensible.
[4] "Ver" entre comillas porque con un microscopio de efecto túnel no estamos "viendo" los átomos en el sentido tradicional de la vista, que implica detectar la luz que rebota en un objeto. En lugar de luz, el STM utiliza un fenómeno cuántico llamado efecto túnel. Un microscopio de efecto túnel tiene una punta metálica extremadamente fina que se acerca mucho a la superficie del material que se quiere estudiar, ¡a una distancia de apenas unos pocos átomos! Luego, se aplica un pequeño voltaje entre la punta y la superficie. Debido al efecto túnel, los electrones pueden "saltar" a través del vacío entre la punta y la superficie, generando una corriente eléctrica medible. Esta corriente es extremadamente sensible a la distancia: un cambio mínimo en la altura de la superficie (como la presencia de un átomo) provoca un cambio significativo en la corriente. Al mover la punta sobre la superficie y registrar las variaciones en la corriente eléctrica, una computadora crea un mapa tridimensional de la posición de los átomos. En resumen, no "vemos" los átomos directamente con fotones de luz. Más bien, los "sentimos" o "mapeamos" detectando su topografía electrónica. Por eso, el término "ver" se pone entre comillas, para indicar que es una forma indirecta de observación. Es más una reconstrucción que una visión directa.
Ploco: "En este mundo pocos son los que amasan masa, muchos los que la amasan, y mientras horneamos, los ojos con que nos vemos deben ser compasivos y comprensivos, entonces y solo entonces, en la comunión todos comeremos del pan horneado, y en ese instante aprenderemos que lo justo es equitativo y viceversa, de esa manera iluminando el camino para que todos podamos amasar."
"Hermano, en mi andar, siempre intentaré recordar tu comunión, tu humildad, tu bendecirnos, perdonarnos y amarnos."