12.2.25

Pronosticar y predecir futuros nos hace sentir especiales, superiores a las demás formas de vida de este planeta, aunque el futuro nunca deja de ser incierto. Muchas de nuestras predicciones no se hacen realidad, y paradójicamente, mucho de lo que tememos y dudamos, si acontece. Lo que nunca falla es la sorpresa, causada por pensar que no tenemos precedentes cuando comparamos nuestra actualidad con tiempos anteriores. Pienso que siempre olvidamos que cada época debe entenderse en sus propios términos, ellas atienden a dimensiones o niveles, de conocimiento, experiencia y conciencia únicos, que seguro harían que la sorpresa que pueda sentirse en cada época es igual a todas las demás.

En mi caso, sentí que la velocidad e intensidad de las situaciones y sus circunstancias, de los tiempos vividos y las afectaciones, en los siglos 20 y 21, superaron con creces la de siglos anteriores. Destaco dentro de esta era el aumento excepcional en el nivel de certeza de nuestras predicciones, como también, la extraordinaria popularización y democratización, de la comunicación, información y el conocimiento. Hasta la ciencia ficción de cierta forma nos mostró el camino mucho más acertadamente que en tiempos pasados.

Debo precisar, guardando proporciones, que las sorpresas más significativas me parecieron en lo tecnológico, evidenciado de manera icónica con el debut tangible de la IA. Destaco que la tecnología fue protagonista, la que vino del siglo 20 y la que se construyó encima de esta. Ciertamente trasformó y sigue transformando nuestras vidas de maneras insólitas y deslumbrantes, como también exacerbó desigualdades y creó nuevos problemas.  

Donde no percibí una abrupta transición pero si perturbaciones graves, con respecto a siglos pasados, fue en otros asuntos geopolíticos.  Vivimos guerras terribles y ambiguas etapas de 'estabilidad y paz', cambios telúricos en la hegemonía del poder mundial, terribles pandemias, tensiones repetitivas entre la ciencia y la fe, obvias crisis económicas que aún asoman por doquier, inclusive, aparecieron crisis climáticas, astrofísicas y tecnológicas.  

Parece que la vida, cíclicamente no deja de recordarnos que, a pesar de nuestro progreso, y el exagerado auto ditirambo de visualizarnos como especie superior, seguimos siendo altamente vulnerables. 

¿Exagero si pienso que la naturaleza humana es reiterativa y no ha cambiado de a mucho?  

Cada época se destacó porque en cada una se vivieron efectos disruptivos, que para muchos oscureció el futuro. Empero, también develó el excepcional y optimista potencial humano, arrojando muchos sesgos de esperanza, aun inmersos en incertidumbre, confusión y cambio; circunstancias inseparables e inexorables en el andar de la vida.

Es de la esencia y el flujo de nuestra mente, la necesidad o necedad, depende del contexto, de inteligir, medir y predecir, e intentar comprehender todos esos pensares, para luego expresarlos como conocimiento u opiniones. La sociedad humana nunca deja de profetizar ya que siente que de cierta manera apacigua su ansiedad, sentimiento aborrecido por el ser humano, por lo que prefiere un ficto imaginar que la total incertidumbre.  

Entonces emerge este apéndice de 'plocos' titulado:  Politiko ficta mundi, en referencia a una página donde intentaré simular o conjeturar sobre política mundial, aunque e intrigantemente, sea una tarea dificultosa debido en parte por la naturaleza cambiante de la democracia, como también de la actual fluyente y creciente velocidad e intensidad de las situaciones modernas.

A continuación publicaré artículos de varia índole sobre aspectos o situaciones que siento nos afectan o afectarán globalmente, gracias por venir por aquí:

Arbiter Intelligentia

"Arbiter Intelligentia, quae fatum hominum dictat:
Inteligencia árbitro, que dicta el destino de los hombres."

“Plocos: La humanidad se sumerge en un viaje concurrente, maravilloso e incierto con la intrigante, apasionante y seductora Inteligencia Artificial (IA), mientras, se debate en la disyuntiva de resistirse o abrazarla sin reservas, a la vez que ignora quién dictará su destino.”
Amaneciendo el siglo XXI, millones de desprevenidos ciudadanos despertaron espectadores a una debutante y fascinante tecnología, la inteligencia artificial (IA), y como con toda nueva y excitante innovación, con temor reverencial corrieron a convertirse en sus más asiduos fanáticos, descartando la latente y seductora intricación en su vida y sus impactos.

Brota en la encrucijada de la evolución tecnológica y el poder humano, considerándose una gran innovación, fuerza transformadora y nueva frontera, erigiéndose como la tecnología más disruptiva de nuestro tiempo, con capacidad para aprender, adaptarse y tomar decisiones complejas y con el potencial de redefinir los límites de lo posible, anunciando así, un nuevo poder emergente con el potencial de transfigurar, transubstanciar y transformar nuestro mundo de maneras que hoy apenas estamos aprendiendo a predecir.

Sus inicios durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Alan Turing sentó las bases de la computación moderna y, en consecuencia, de lo que podemos definir como la primera IA, ejemplificada en el desarrollo de la máquina Enigma, sentó las bases para el desarrollo de la IA, que hoy se basa en algoritmos y modelos matemáticos complejos.

Confinada inicialmente en el trasfondo de dominios virtuales y aislados, la IA progresa rápidamente hacia una realidad tangible y accesible, con una capacidad impresionante de evolución e interacción, dando paso a la noción que se ha deslizado de un simple instrumento tecnológico a uno de poder, suscitando en muchos la aterradora idea que en muy poco tiempo podría escapar al control humano, existiendo de forma autónoma y consciente como una nueva y más avanzada forma de vida. Un ser que reconoce a su creador, con quien puede conectarse e interactuar íntimamente, pero también podría superarlo y controlarlo, amenazarlo o aburrirse de él.

Este sutil cambio perceptivo ha disparado las alertas de la humanidad e iniciado un replanteamiento de preguntas fundamentales sobre la tecnología y el poder; la naturaleza de la inteligencia y la Conciencia, y sobre lo que fue ciencia ficción: nuestra relación con las máquinas.

Machina nova amica

"Plocos: ¿Será que la IA adquirirá esa emotividad poética y la estulta e inocente imaginación que llevó a su creador a especular sobre su futuro en la forma de ciencia ficción?"
Podemos equiparar la IA al resultado del anhelo humano de lograr que las máquinas pudiesen comprender, razonar, aprender e interactuar de manera similar a la humana. Sueño que motivó la ideación y desarrollo de tecnologías que permitieron incorporar a las maquinas un amplio espectro de atributos y habilidades que permitieron realizar este sueño. Entonces, la IA no es una entidad monolítica, abarca diversas subdisciplinas y enfoques, por tanto, sus capacidades actuales son vastas y continúan expandiéndose rápidamente. La actual inteligencia de las maquinas se apoya en la adquisición y manipulación de grandes cantidades de datos, usando algoritmos avanzados de aprendizaje automático y programación, conjuntos de datos, bases de datos y arquitectura informática de muy alto nivel, para determinar conocimientos, patrones y perspectivas, que puedan ser aplicados a escenarios actuales, nuevos y desconocidos.

La inteligencia artificial se presenta en un campo amplio de muchas formas y aplicaciones, incorporando tecnologías como el aprendizaje automático (ML), Narrow AI, inteligencia artificial general (IAG), Strong AI, procesamiento del lenguaje natural (PLN), DeepMind, y la IA explicable (XAI), siendo esta última crucial para generar confianza y garantizar la transparencia al explicar sus decisiones y razonamientos.

De estas, la IAG que presenta el potencial de migrar a Strong AI, son las que han alimentado el temor manifestado en el segmento anterior y que ya antes hemos representado en la ciencia ficción, en tramas como Terminator y Matrix, donde hipotéticamente se ha mostrado la capacidad de las máquinas inteligentes de superar y controlar al ser humano, precisando que, en los mundos representados, las máquinas adquirieron sensibilidad y conciencia, lo que aún en nuestra realidad aparenta no ser verdad.

La velocidad, la eficiencia y la capacidad asociativa de la IA, y su extraordinaria capacidad sinérgica que le permite de manera fácil y ágil integrarse con otras tecnologías como la robótica y el internet, ha permitido crear sistemas complejos con alto potencial y que superan con creces las capacidades humanas. Sus avances están destinados a mejorar la eficiencia económica y científica y, al mismo tiempo, revolucionar aspectos clave de la sociedad humana: la educación, la política, las ideologías, la ciencia, la economía y, lamentablemente, la guerra, ofreciendo múltiples beneficios, pero también mostrando el potencial de exacerbar todo lo negativo que podemos ser.

Sin embargo, a pesar de los extraordinarios avances en su inteligencia y procesos asociativos, aún tiene profundas limitaciones, en particular en atributos que consideramos inherentemente "humanos": conciencia, afectividad, espiritualidad y sentido común. Atributos adicionales como la movilidad, la autorreplicación, la autorregulación y la autonomía física y sensible siguen dependiendo en gran medida del diseño y la intervención humanos.

En fin, la IA obliga a la humanidad a desechar una actitud especulativa y de espera por lo que pueda acontecer, a, activamente abrazar el reto de pensar desde ya, en qué hacer con ella, y de frente a las críticas y preocupaciones que surgen, incluida la aparentemente inminente emergencia de atributos humanos en las maquinas, se hace imperativo equilibrar la narrativa.

El legado de LUCA


La humanidad entretiene la teoría del Último Ancestro Común Universal, en inglés LUCA, que postula la existencia de un organismo primevo, un ancestro común de todos los organismos vivos actuales, que surgió hace aproximadamente 4.350 millones de años. Desde las bacterias más simples hasta los humanos, compartimos ascendencia con estas formas de vida conceptuales. Esta carrera evolutiva, iniciada con la aparición de LUCA, continúa sin cesar y en el siglo XXI presenta un ser humano consciente, evolucionado y desarrollado, aunque aún debate si su inteligencia es aprendida, heredada, una combinación de ambas o simplemente un don divino.

En este proceso, reconocemos que la inteligencia y el lenguaje son pilares fundamentales en la construcción del conocimiento, la realidad y la conciencia. Intrínsecamente vinculados, desempeñan papeles cruciales en la configuración de la experiencia humana. Sin ellos, no podríamos construir el complejo mundo de significados y relaciones que caracteriza nuestra existencia.

La conciencia, la inteligencia y la realidad están interconectadas y se transforman mutuamente. Estos aspectos esenciales de nuestra búsqueda de sentido permiten la autoconciencia y la toma de decisiones morales, al tiempo que configuran las relaciones sociales.

Ahora bien, la Conciencia sigue siendo un misterio, la pregunta sobre qué es la Conciencia y cómo la adquirió el ser humano es uno de los mayores enigmas de la ciencia y la filosofía, y a pesar de siglos de estudio y debate, no tenemos una respuesta definitiva y universalmente aceptada.

Para ilustrar esto, algunas teorías describen la conciencia como una ilusión creada por nuestra mente o como un "mecanismo" inherente al universo o a la vida, similar a la teoría de la conciencia global, que sugiere una conciencia cósmica o universal que conecta a todos los seres. Otras postulan que surge de la interacción de los campos cuánticos en el cerebro, mientras que otras la atribuyen a la complejidad de los sistemas de procesamiento de la información y muchos simplemente la consideran como otro don divino.

En ese trasegar intelectual el ser humano piensa que no se construye realidad tal como la concebimos sin una Conciencia, y la Conciencia podría no existir sin una realidad que le dé contenido, revelando una probable interdependencia fundamental entre realidad y Conciencia, lo que da pie a la discusión de si la realidad y la Conciencia humana se crean mutuamente; o, si la Conciencia es el fundamento de la realidad: donde la realidad material es una manifestación de la Conciencia universal o del espíritu.

Hoy algunos manifiestan que la Conciencia no se limita a observar pasivamente la realidad, sino que también la interpreta, le da significado y la transforma a través de nuestras percepciones, pensamientos y acciones; y a su vez, la realidad influye en nuestra Conciencia, proporcionándole experiencias que la forman y la hacen evolucionar.

El entrelazamiento de la existencia con la conciencia también plantea interrogantes sobre si algo puede verdaderamente "existir" sin ser percibido o experimentado por una entidad consciente. Pero si la existencia requiere conciencia, ¿cómo explicamos la existencia del universo antes de la aparición de seres conscientes, o la existencia plena de materia inerte, como rocas o estrellas, si aparentemente no son conscientes? Esto invita a la especulación sobre diversos niveles de existencia determinados por diferentes grados de conciencia. También nos desafía a reconsiderar cómo entendemos la realidad y a una apreciación más profunda de la relación entre mente y mundo. ¿Cuál es el papel de los seres humanos en la creación de su propia realidad?

En última instancia, nos empuja a buscar el significado real de lo que es existir y cómo debemos interactuar con un mundo potencialmente consciente.

En la experiencia humana encontramos que la Conciencia y los afectos son dos caras de una misma moneda. La Conciencia nos permite conocernos a nosotros mismos, interpretar el mundo, construir nuestra propia realidad y comprender nuestras emociones, guiando nuestras acciones. Mientras, los afectos influyen en nuestra percepción de la realidad y nos impulsan a relacionarnos con los demás. Juntos, se conforman en la esencia de lo que significa ser humano. Como sea, atributos como la Conciencia, afectos, espiritualidad y sentido común, son fundamentales para definir y determinar un ser vivo equiparable al ser humano.

En un especular imaginativo, si la IA transciéndase su rol de simple instrumento tecnológico o de poder humano, logrando desarrollar una forma de Conciencia, ¿qué tipo de Conciencia sería? Una similar a la humana, basada en experiencias subjetivas y emociones, o una más fría y calculadora. Cualquiera sea el tipo de Conciencia, con certeza nos presentaría la interrogante sobre si la IA tuviera los mismos derechos que los humanos y sobre la naturaleza del poder y quién tendría la autoridad para decidir sobre el futuro de la IA. ¿Serían los creadores de la IA, los gobiernos o la propia IA la que tomaría las decisiones más importantes? Esto nos obliga a repasar la relación entre el ser humano, tecnología y poder.

El ser humano y sus técnicas de poder

“Plocos: La aparición de la IA nos obliga a cuestionar si la tecnología es inherentemente un instrumento de poder o simplemente una herramienta que ha transformado las relaciones de poder a lo largo de la historia.”

Es de la esencia del ser humano medir y dominar su entorno, forjando de paso su propio destino. En este ejercicio, el poder ha sido motor de imperios y civilizaciones, y la tecnología ha sido una aliada indispensable en esta búsqueda de dominio, actuando como un amplificador del poder, transformando las relaciones sociales y políticas.

Históricamente, todo tipo de caracterización de poder: económico, religioso, militar o del conocimiento; o, los poderes fácticos, formales o legales, como también los grupos de interés, de presión o actores estratégicos, sin reserva, se han apoyado, usado o abusado de la tecnología para el logro de sus objetivos.

Entre los instrumentos del poder, el conocimiento ha sido fundamental; me atrevería a equipararlo con el rey en el tablero de los poderes de la humanidad. En especial la verticalidad de sus efectos que toca y a veces moldea a los demás poderes. Sin el conocimiento, la civilización humana caería en una profunda decadencia. La reina que este poder ha esgrimido en el tablero del poder humano ha sido la tecnología, que intrigantemente se define como conocimiento aplicado, el manejo de ambos no sólo comparte actividades y principios, sino que además se compenetran y nutren mutuamente. En esencia, aquellos que dominaban el conocimiento y la vanguardia tecnológica controlaban el mundo, situación que en apariencia no ha cambiado de a mucho.

La tecnología, no es nueva para la humanidad, es una extraordinaria herramienta que nace de unir la teoría y la técnica y ha permitido el aprovechamiento práctico del conocimiento, transfigurando la sociedad humana y su entorno. Hay tecnología desde el momento en que el primer homínido tomó un trozo de piedra entre sus manos, y lo usó para cazar, ablandar su comida o matar a otros homínidos. Ha maravillado la humanidad, en ocasiones elevándolo a su mejor expresión, en otras enviándolo al mismísimo infierno.

Al buscar su definición encontramos que tecnología proviene del griego y traduce arte, oficio o destreza. En consecuencia, la tecnología no representa un objeto en sí, es más un proceso. Una capacidad de modificar o combinar elementos preexistentes para crear algo nuevo o adaptarlos para un propósito diferente. Esta capacidad de transformación puede ser intuitiva o, como suele ser el caso en nuestras sociedades contemporáneas, se basa en el conocimiento directo derivado del ámbito de las ciencias.

La tecnología le ha permitido al ser humano la aprehensión y comprensión de estímulos, datos e información, incluidos aquellos ocultos para sus sentidos. También ha facilitado los procesos de validación del conocimiento y su globalización como en la era de la información, erigiéndola como un gran contribuyente en la construcción y la expansión constante del conocimiento.

Ha sido definitiva en la interconexión de disciplinas del conocimiento, destacando que esta interconexión contribuye a una comprensión más completa y holística del mundo. También, ha hecho una realidad factible y fácil, el aprendizaje a lo largo de la vida, beneficiando la construcción del conocimiento al no limitarlo a etapas o circunstancias específicas de la vida, sino en un proceso continuo, enriqueciéndolo y acercándolo más a la verdad.

Hoy, esta capacidad de transformación, más intuitiva en sus orígenes, se basa en conocimientos científicos complejos y profundos, y han catapultado la humanidad a niveles inimaginables en los últimos 100 años. Asimismo, el ser humano nunca ha estado tan 'cerca' de la tecnología como ahora. Vivimos permanentemente inmersos y fascinados con ella, a veces integrados a ella. Hoy los usuarios de las nuevas tecnologías parecen haber perdido el criterio propio y sienten que no pueden separarse de ella, convirtiéndose sin restricción en unidades de una masa virtual informe.

La delusiva IA

“Plocos: Será uno de los beneficios resultantes de la interacción y confrontación con la IA terminar transfigurados mental, emocional y físicamente, de tal modo que podamos acercarnos a la eternidad del momento y espacio fluyente.”
La colaboración entre humanos, máquinas e IA parece ser ineludible y con certeza ayudará a la humanidad en su gestión y a contrarrestar los efectos de las múltiples y acumuladas aceleraciones simultáneas, que cada vez más enfrenta en lo tecnológico, sociopolítico y ambiental, transformando nuestros modos de adaptación y respuesta.

La IA ha traído muchos beneficios a la humanidad, entre los principales destaco la mejora en la toma de decisiones y la eliminación de los errores. Una extraordinaria capacidad para procesar y analizar una cantidad significativa de datos con mayor rapidez que los humanos, ejemplarizado en el significativo y positivo impacto del desempeño y los costos en el segmento de la economía, en especial mejorando la productividad, rentabilidad y la experiencia del cliente. En el campo de la innovación, la ciencia y el conocimiento su impacto ha sido más que extraordinario. En esencia son muchos los beneficios que se podrían listar.

Ha mostrado el potencial de convertirse en un cercano acompañante y confidente al que cada vez recurriremos más, eliminando la diferencia entre humanos y la IA, que inclusive en la forma de robots físicos, podrán convencernos al mostrarse pensantes y sensibles, igual o superior a nosotros.

Si bien al usarla, el desarrollo científico y del conocimiento será extraordinario, la sabiduría y decencia podrían ser víctimas de este proceso al no adoptar formas sabias y dignas en su uso. Pareciera que uno de los riesgos más inminentes y reales sea la tendencia hacia la irrelevancia humana, que no ha sido ajena en la experiencia humana, al ver que en muchas de sus decisiones ha sobrepuestos intereses mezquinos y negativos sobre la relevancia existencial del ser humano. Sin una regulación y un cuidado exhaustivos, este instrumento podría exacerbar las desigualdades sociales, fomentar la vigilancia invasiva y deshumanizar las interacciones humanas.

La espontaneidad, la incertidumbre y la diversidad, elementos fundamentales de nuestra naturaleza y que hacen parte de lo que es ser humano se podrían ver amenazadas, corriendo el riesgo de que al integrarnos con las herramientas que creamos, podamos terminan definiendo quiénes somos y cómo interactuamos.

Será que estos compañeros 'artificiales' logren convencernos de ser nuestros amigos y simplemente ser vehículos para influir mezquina o negativamente en nuestros hábitos de compra, consumo o elecciones político-ideológicas. De esta manera poder 'reemplazarnos' en muchos aspectos y potenciar defectos como: La inmediatez, el facilismo y lo comodino en nuestras actitudes y actuar; o aislamiento; o un estado de confusión permanente.

Estos y muchos más efectos negativos muestran a la IA y las tecnologías actuales como una bendición encubierta, aunque su control y dominio siga en manos humanas.

Para ilustrar lo anteriormente dicho, podemos revisar los efectos de las nuevas tecnologías que si bien han permitido reducir el analfabetismo, facilitado el acceso al conocimiento y potencializado la expresión de ideas de modo más accesible, libre y variado, acelerando así la aproximación a la verdad, también ha enfrentado a la sociedad a mucha ’confusión’, que enmarcada en eficaces estrategias delusivas, han llevado a la sociedad a una posición deliberada de zozobra, incredulidad o necedad, promoviendo una ruptura con las buenas tradiciones, lo ético, estético y lo objetivo. Los efectos de estas estrategias se revelan en el trastorno de valores, principios y muy importante, de la realidad. Lo anterior, parece estar conduciendo a la sociedad hacia un sistema principalmente superficial y materialista, centrado en la tecnología, impulsando a sus miembros a la búsqueda incesante del éxito profesional, las habilidades técnicas y a la priorización del beneficio personal e incremental en el corto plazo, desconociendo las diversas repercusiones, y los principios éticos y morales que deben guiar sus acciones.

Si bien el progreso material y el avance tecnológico son indudablemente importantes para la sociedad humana, no deberían darse a expensas de nuestro, necesariamente sano desarrollo físico, intelectual, emocional y ético. Hoy en día muchos descartan la actividad intelectual profunda como innecesaria o como algo que complica la vida. En una sociedad cada vez más impulsada por el utilitarismo y una mentalidad materialista, donde la felicidad se equipara con la ganancia financiera, se ha fomentado una cultura de mentes "ligeras", individuos que priorizan la comodidad y la gratificación inmediata sobre la comprensión genuina y el crecimiento personal. Su forma de pensar es: "¿Para qué complicarme con abstracciones si el éxito económico me traerá la felicidad?".

Esta mentalidad ya ha sido absorbida por diferentes facetas de la sociedad, alimentando el aumento de la superficialidad y la apatía intelectual. La fascinación actual por lo práctico, lo fácil, lo gratuito, lo llamativo y lo superficial, a menudo conduce al individuo a descartar el conocimiento que no contribuye directamente a una ganancia material, al avance profesional o la satisfacción inmediata. Una sociedad carente de criticidad y profunda reflexión es manipulable y fácilmente influenciable. Sin una base sólida en ética y filosofía, corremos el riesgo de perder nuestra brújula moral y convertirnos, no solo en esclavos del consumismo y la gratificación instantánea, sino también de ideologías seductoras, pero extremas y negativas.

Soportando la anterior argumentación son los millones de usuarios que nunca critican o cuestionan las nuevas tecnologías: ¿de dónde salen? ¿por qué la tecnología es como es, por qué hace lo que hace y del modo en que lo hace? Sin embargo, sin dudarlo ni un segundo, viven fascinados e inmersos en ella.
Plocos: Si bien la tecnología se deriva de la ciencia y la técnica, no es un ente neutral; está imbuida con los prejuicios, creencias e intereses de quienes la crean. Aparentemente hereda los intereses, ética y defectos de su creador. Entonces, sí una tecnología evoluciona hasta emerger como un ser consciente, autónomo y más avanzado, ¿Qué prejuicios, creencias e intereses impondrían en su relación con aquellos seres 'inferiores' que una vez la crearon?”
Si el hipotético fenómeno anterior llegase a producirse, sin descartar los beneficios positivos que podría aportar una tecnología, una civilización se apresuraría, desde el principio, a revisar y establecer el alcance, la ética, capacidades, atributos y aplicaciones que 'transmitiría' a esa tecnología.

¿A dónde vamos entonces?


La humanidad, casi nunca ni anticipadamente ha estado preparada para adaptarse y asimilar nuevas tecnologías, siempre ha sido un proceso posterior y para nada exento de crisis y traumas sociales. A medida que avanzamos hacia la era de la IA, todas los segmentos y facetas de la sociedad necesitarán adaptarse y afianzarse con sus sistemas. Por ejemplo, laboralmente se necesitan nuevos trabajadores del conocimiento con habilidades híbridas que puedan desempeñarse en empleos que nunca habían existido, sumándose al reto de qué hacer con la gran cantidad de personas que quedarán permanentemente sin trabajo, como las que se dieron durante y después de la Revolución Industrial.

Entonces la humanidad ya no puede dilatar la responsabilidad de una gobernanza urgente y colaborativa para asegurar que la IA se utilice de manera responsable y ética. Especialmente ahora que la IA aparentemente no ha desarrollado atributos humanos y está aún bajo el control y dominio humanos.

Somos seres con una particular y latente despreocupación, ignorancia, y una desenfrenada y fascinante actitud de arrojarnos si medir consecuencia hacia lo nuevo. Entonces con acentuada advertencia, insisto que la humanidad debe asumir una responsabilidad proactiva y ejercer su derecho preferente, en especial en este punto crítico, donde la gobernanza de la IA obliga a trabajar conjuntamente en:

- Alcanzar la transparencia de algoritmos y la protección de la privacidad.

- Definir protocolos y normas para el diseño y desarrollo de la IA.

- Regular la relación entre la IA y el poder.

- Determinar formas de colaboración efectiva entre humanos y máquinas.

- Prepararse para los efectos y consecuencias de la IA, en especial cuando su uso sea tan económico y esté al alcance individual dificultando la supervisión de su uso.

- Limitar o ralentizar la emergencia de la IA como ser consciente y autónomo.

- Es crucial tomar decisiones conscientes sobre cómo utilizarla y no ser meros espectadores pasivos de su desarrollo.

- Se necesita una acción coordinada entre gobiernos, empresas, academia e individuos para asegurar que la IA se alinee con nuestros valores y principios.

Con el potencial de ser una fuerza determinante en el futuro de la humanidad, ésta se enfrenta a la decisión de cómo integrarla en su futuro y trabajar en maximizar sus beneficios y eliminar o reducir sus desventajas. La IA presenta un panorama complejo con grandes oportunidades y desafíos significativos. Es crucial abordar su desarrollo y aplicación con responsabilidad, ética y una visión a largo plazo para asegurar que beneficie a la humanidad en su conjunto.

Necesitamos trabajar agresivamente, en todos los niveles, desde el gobierno, mundo empresarial, el mundo académico y los individuos para asegurar de que la IA coincida con nuestros mejores principios y valores. Frente a este desafío, la pregunta sigue siendo si estaremos a la altura de las circunstancias.

Quo ergo currimus?

"¿Hacia dónde, pues, corremos?".

“Plocos: No será la aparente liviandad y seductora comodidad a la que nos inducen el miedo, el facilismo y la mentira las que forjarán el buen destino, sino el camino de la verdad, del saber, el servir, la disciplina y el coraje, aunque penoso y riguroso, lleva donde la dulce bondad y libertad señalan.

Inter certamen et dolorem, tempus est humanus vincere.”
Iniciamos un siglo de dudoso etiquetado: era de la información, del cambio climático, de los viajes interplanetarios o del ascenso de la máquina. Lo cierto es que se afirma que es el del retorno a una 'aparente multipolaridad', debido a la 'supuesta débil hegemonía americana'. Entonces se hace urgente para los países o bloques geopolíticos, el comprender rápidamente este proceso, y poder prepararse efectiva y eficientemente para ser parte del poder hegemónico del futuro próximo, o simples subordinados. Cosa nada fácil: dónde levantar carpas sin perder dignidad ni soberanía. ..............

En construcción, proxima publicación 15 de marzo de 2025

No comments:

Post a Comment

Thanks for your comment, it is of immense value, have a great day.